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La marcha de puntillas

Andar de puntillas es un comportamiento motor consistente en caminar apoyando solo las puntas de los pies, sin que se produzca contacto entre el talón y el suelo.

Las familias acuden con cierta frecuencia al pediatra alertadas porque sus hijos caminan sobre los dedos de los pies y temen que ese patrón de marcha esté relacionado con un trastorno del neurodesarrollo.

Para evitar alarmismos innecesarios:
hasta los dos años de edad la marcha de puntillas se considera un comportamiento evolutivo natural.

Cuando camina sobre los dedos de los pies, el niño se divierte experimentando, desarrolla los músculos de pies y piernas y mejora su equilibrio y coordinación. Además, como personita curiosa con ganas de conocer el mundo que le rodea, al ponerse de puntillas amplía su radio de acción.

A partir de los tres años se completa el desarrollo del arco transversal del pie infantil, por lo que la pisada ya será plantígrada: el arco longitudinal se mantiene elevado y entran en contacto con el suelo tres partes del pie (talón, metatarso y dedos). Ahora, el niño apoyará al caminar primero el talón, después las partes media y delantera del pie y, por último, los dedos.

Si, a partir de los tres años, el niño no apoya el talón al caminar, sin una causa médica a la que podamos atribuirlo, decimos que presenta marcha de puntillas idiopática.

Si, a partir del tercer año, el niño sigue mostrando una marcha alterada sin que exista causa objetiva para ello (como puede ser un acortamiento del tendón de Aquiles, una displasia de cadera, una distrofia muscular, una enfermedad neurológica, etc.) y, además, apoya la planta durante el reposo o puede apoyar voluntariamente el talón en el suelo, hablamos de «marcha de puntillas idiopática». El término idiopático se utiliza para describir una patología o alteración cuyo origen se desconoce y se establece mediante diagnóstico excluyente. Las complicaciones perinatales, el uso de andadores y los antecedentes familiares se consideran factores de riesgo.

Vinculación entre la marcha de puntillas y el trastorno del espectro autista

Se estima que entre el 15 y el 45% de los niños con TEA presentan este tipo de marcha. También se ha observado en otros trastornos del neurodesarollo como el TDAH (en particular, en el subtipo combinado) o el retraso del lenguaje, si bien el número de estudios del que disponemos hasta la fecha es limitado, por lo que no podemos establecer datos concluyentes.

Entre las posibles razones de la marcha de puntillas está la de contrarrestar las alteraciones en el equilibrio y en la propiocepción; la hiper o la hiposensibilidad estimular (que puede hacer que el niño se sienta molesto por el contacto con materiales o superficies y se apoye sobre los dedos en un intento de evitar esa sensación o, por el contrario, que camine de puntillas para aumentar el impacto del pie contra el suelo); factores emocionales (los mayores niveles de ansiedad que experimentan el niño con TEA provocan contracciones musculares con repercusiones estructurales y psicomotoras); la conservación de algunos reflejos primitivos (en particular, el reflejo de Babinski) como resultado del déficit de integración sensorial; la imitación del modelo familiar (padre o madre); o un comportamiento estereotipado (de autoestimulación), en cuyo caso esta conducta suele formar parte de un patrón más amplio de conductas repetitivas de naturaleza sensorial, motora o verbal sin propósito funcional aparente. Las estereotipias interfieren en la vida diaria de la persona y en su capacidad para realizar actividades sociales u ocupacionales (ya sea por torpeza motora, falta de equilibrio o el cansancio que ocasiona apoyar el peso corporal sobre los dedos…).

A como de conclusión:
Sin alarmismo innecesarios porque, como hemos visto, andar de puntillas es habitual en las fases iniciales del proceso madurativo del niño hacia la bipedestación y suele remitir espontáneamente, la alteración de la marcha se manifiesta, por lo general, antes que los déficits sociales y comunicativos, por lo que debemos tenerla en cuenta en el diagnóstico precoz del trastorno del espectro autista.

 

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