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Fin de curso

Se acerca el final del curso y desde Psicología y Logopedia Bla Bla queremos recordaros algunos aspectos en los que consideramos importante hacer hincapié.

Para todos –niños y adultos–, el final del curso señala un punto y aparte en el año natural. Con la llegada de la primavera, la vida bulle en calles y parques, animada por las agradables temperaturas y la explosión de color. Los días se alargan y los niños, en los que ya se nota el cansancio acumulado a lo largo del curso escolar, necesitan más que nunca realizar actividades al aire libre, correr y jugar; y lo hacen con una vitalidad que nos arrastra a los mayores.

Flores

El final de curso también concluye con la calificación del rendimiento escolar de nuestros hijos. Los padres esperamos con impaciencia esos resultados, porque nos indican en qué aspectos académicos han destacado o progresado adecuadamente y en qué otros necesitan mejorar. Lo habitual es que prestemos mayor importancia a estos últimos, es decir, a aquellas materias en las que nuestros hijos flojean: es una reacción natural porque, como padres, deseamos lo mejor para ellos y nos preocupa que estas dificultades en sus primeros años escolares interfieran o supongan un obstáculo añadido en su rendimiento académico futuro. Sin embargo, os invitamos a verlo de otro modo; un modo que a nuestro juicio es bastante más eficaz y constructivo: veamos lo que sí se les da bien a nuestros hijos, lo que sí han adquirido, y aprovechemos esos puntos fuertes para reforzar aquellas materias que les resultan más difíciles o menos atrayentes.

La primera ventaja de este enfoque es que el niño no vivirá la experiencia de aprender y reforzar carencias como un castigo o como una repetición de las tediosas tareas que ha venido realizando sin éxito durante los nueve meses del curso anterior. Todos sabemos por experiencia que una actividad académica con la que no se disfruta difícilmente dará frutos por el hecho de repetirla una y otra vez machaconamente. E incluso si hay resultados, estos serán bastante decepcionantes a la vista del esfuerzo y tiempo dedicado, por no hablar del desgaste de padres e hijos. Toda actividad mil veces repetida se vuelve aburrida o descorazonadora para al niño: «¿Para qué voy a intentarlo otra vez si me va a salir mal?». Por ello queremos proponeros un nuevo enfoque: aprovechemos lo que el niño sabe hacer, lo que le interesa y, sobre todo, aquello en lo que se siente seguro y quiere mostrarnos. A todo niño le gusta recibir la aprobación de sus padres, sentir que están orgullosos de él. Un «¡bien hecho!» será la mejor de las gratificaciones para que siga avanzando en su aprendizaje.

No nos cansamos de repetirlo: las vacaciones son un periodo excepcional para seguir aprendiendo, pero hemos de hacerlo de otra manera. Dejemos que sea el niño el que nos proponga el camino y acompañémoslo en estos días de actividades al aire libre. Dejémonos llevar de la mano y aprovechemos este nuevo «estado vital» de nuestros hijos para reforzar aquellas materias en las que requieren un empujoncito. Ya no es necesario cumplir un currículo obligatorio ni ceñirnos a los libros de texto: aprovechemos esta oportunidad para establecer con el niño un programa de actividades a su medida; construyamos los aprendizajes con él, junto a él y por él. Y no olvidemos el ingrediente fundamental del éxito de todo aprendizaje: la motivación.

A continuación os proponemos actividades que pueden ayudaros en este cometido. No son más que algunas sugerencias generales porque, como padres, nadie conoce mejor que vosotros lo que interesa a vuestros hijos, lo que despierta su curiosidad. Sean cuales sean esos intereses, utilizadlos para reforzar de forma indirecta el aprendizaje en aquellas materias que lo requieran. Vuestro hijo afianzará conocimientos sin la sensación de seguir haciendo «más de lo mismo», lo que le permitirá iniciar el nuevo curso con una base más sólida.

Algunas sugerencias:

  • Escucha las ideas de tu hijo e incorpóralas a tus intereses.

  • Sugiérele actividades a partir de esos intereses. Preparad entre los dos un «cuaderno de vacaciones familiar» o un «cuaderno de vacaciones de Pepito» que refleje todas las actividades previstas. En sus hojas podéis volcar toda vuestra creatividad: dibujos, fotografías, recortables, colores: el «cuaderno de Pepito» será un gran recuerdo de vuestras vacaciones.

  • Organiza actividades con tu hijo y sus amigos: una salida conjunta al campo (o al parque), por ejemplo, puede ser la ocasión perfecta para que los chavales se desfoguen, pero también para que se familiaricen con la vida y características de algunas plantas o insectos.

  • Apúntale a actividades o campamentos en los que se fomente el aprendizaje, siempre adaptados a sus preferencias.

  • Comparte un tiempo de calidad con tu hijo. Tenéis casi tres meses de vacaciones por delante: ¡tres meses para disfrutar aprendiendo!

  • Eva Estrada (Logopeda)

 

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