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Trastorno del Espectro Autista (TEA)

TEA: definición, síntomas y tratamiento

La OMS define el Trastorno del Espectro Autista como una disfunción neurológica crónica con fuerte base genética que, desde edades tempranas, se manifiesta en una serie de síntomas basados en trastornos en la interacción social, comunicación y falta de flexibilidad en el razonamiento y el comportamiento.

Síntomas de alerta

Las primeras investigaciones en este campo fueron desarrolladas por Leo Kanner en 1943, pero los casos descritos por Kanner se centraban en personas con un retraso mental severo y graves afectaciones en la comunicación. Hoy sabemos que hay tantas variantes de TEA como personas que lo padecen. Y dado que la sintomatología es muy heterogénea, cada una de las categorías diagnósticas viene definida por el grado de severidad, la edad de aparición y las características del trastorno.

La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) modificó en la 5ª edición de su Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), publicado en 2013, los criterios de evaluación y diagnóstico de algunos trastornos que se contemplaban en la cuarta edición de 1994. Han desaparecido, por ejemplo, los diferentes subtipos del Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) y se agrupan el Trastorno Autista, el Síndrome de Asperger y el TGD no Especificado bajo la categoría común de Trastorno del Espectro Autista (TEA). El síndrome de Rett y el trastorno desintegrativo infantil han dejado de formar parte de la clasificación.

El actual DSM-5 contempla dos criterios diagnósticos clave del Trastorno del Espectro Autista:

  • Deficiencias persistentes en la comunicación e interacción social en los distintos contextos.
  • Patrones restringidos y repetitivos de comportamiento, intereses y actividades.

Añade además que:

  • Estos síntomas deben estar presentes desde las primeras fases de desarrollo (aunque no se manifiesten hasta que las exigencias sociales excedan las capacidades limitadas o puedan estar enmascarados por estrategias aprendidas).
  • Los síntomas suponen deficiencias importantes desde el punto de vista clínico en el ámbito social, laboral o en otras facetas importantes del funcionamiento cotidiano.
  • La existencia de discapacidad intelectual o de un retraso general del desarrollo no justifica mejor esos déficits.
El DSM-5 agrupa ahora bajo el término TEA lo que antes se clasificaba como distintos subtipos del Trastorno Generalizado del Desarrollo.

Trastornos incluidos anteriormente en el DSM-IV

No obstante los cambios introducidos por el DSM-5, son muchos los niños y adultos diagnosticados en el pasado con arreglo a los criterios del DSM-IV-TR, según el cual los TGD agrupaban cinco tipos de trastornos:

  1. Trastorno Autista, Autismo Infantil o Síndrome de Kanner: su caracterización coincide con la descrita por Leo Kanner en 1943. Quienes lo padecen presentan alteraciones, en mayor o menor grado, en las tres áreas principales descritas anteriormente: interacción, comunicación social y comportamiento.
  2. Síndrome de Asperger: se caracteriza por una incapacidad para establecer relaciones sociales adecuadas a la edad de desarrollo, acompañada de rigidez mental y comportamental. Se diferencia del trastorno autista porque presenta un desarrollo lingüístico aparentemente normal, sin que se observe discapacidad intelectual.
  3. Trastorno de Rett o Síndrome de Rett: afecta exclusivamente a las niñas e implica una rápida regresión motora y de la conducta antes de los 4 años (con estereotipias características como la de «lavarse las manos»). Este trastorno, causado por mutaciones en el gen MECP2, se asocia a una discapacidad intelectual grave.
  4. Trastorno Desintegrativo Infantil o Síndrome de Heller: trastorno muy poco frecuente en el que, tras un desarrollo inicial normal, se desencadena (entre los 2 y los 10 años) una pérdida de las habilidades adquiridas anteriormente en prácticamente todas las áreas. Se asocia, por lo general, con una discapacidad intelectual grave y un incremento de alteraciones en el EEG, acompañados por trastornos convulsivos. Esta sintomatología induce a creer que se trata de una lesión del sistema nervioso central no identificada.

Refiriéndose a esta cuestión, el propio DSM-5 señala expresamente que se aplicará el diagnóstico de TEA a todos aquellos pacientes con diagnóstico bien establecido, según los criterios del DSM-IV, de trastorno autista, enfermedad de Asperger o trastorno generalizado del desarrollo no especificado.

Etiología y prevalencia

Se desconoce la causa y el origen del TEA, aunque los investigadores coinciden en su base biológica. Afecta, según las estimaciones, a 1 de cada 100 niños, aunque otros estudios elevan la cifra hasta 1 de cada 68.

La edad de aparición de la sintomatología es muy temprana. Las dificultades se hacen más evidentes hacia los 2 años de edad. El niño no desarrolla adecuadamente los prerrequisitos comunicativos, muestra escaso interés por interactuar con los demás y realiza conductas aparentemente inusuales.

Tan pronto como los padres observen alguna de estas señales en su bebé, deben acudir a su pediatra para que el niño reciba atención temprana e intensiva que facilite el desarrollo de sus capacidades comunicativas, sociales y cognitivas.

Abordaje y tratamiento

Mientras la ciencia continúa investigando el origen del TEA y nuevos tratamientos, es esencial intervenir sobre la sintomatología de cada persona, adaptando su entorno a sus necesidades. En Bla Bla, nuestro equipo multidisciplinar diseña planes personalizados a partir de un análisis exhaustivo de las fortalezas y necesidades de cada niño, con objetivos generales y específicos.

Modelo de intervención de Bla Bla

Todas nuestras intervenciones, independientemente de la sintomatología, se basan en el juego y la motivación como motores del aprendizaje. El niño o adulto que no está motivado, no aprende. En el caso de niños con TEA, utilizamos un enfoque cognitivo-conductual que refuerza las conductas positivas para consolidarlas. La implicación de la familia y el entorno escolar es un pilar de nuestro trabajo. Diseñamos, junto con las familias, un plan individualizado adaptado a la edad, nivel de desarrollo y necesidades del menor, priorizando las áreas más afectadas pero sin descuidar su desarrollo global.

Principales áreas de actuación en niños con TEA

  • Comunicación y lenguaje: prerrequisitos comunicativos, lenguaje oral, SAACs…
  • Autonomía personal: alimentación, higiene, vestido…
  • Relaciones sociales: emociones, juego con iguales…
  • Aprendizaje cognitivo.
  • Habilidades de juego.
  • Psicomotricidad.
  • Habilidades académicas.
  • Conducta.

Asesoramiento familiar y escolar

La intervención incluye desde el inicio apoyo y orientación a la familia, como parte esencial del proceso terapéutico. Uno de nuestros principales objetivos es generalizar los aprendizajes adquiridos en sesión a todos los contextos del niño. Para lograrlo, resulta indispensable la colaboración constante entre el centro, la familia y el colegio.

Integración educativa y social

En Bla Bla defendemos firmemente la integración social plena de las personas con TEA. Una sociedad que no responde a las necesidades de todos sus miembros no puede considerarse justa. Los planes educativos estandarizados no siempre permiten desarrollar todo el potencial de los alumnos con diversidad funcional.

Aunque cada vez son más las instituciones que ofrecen programas de atención a necesidades educativas especiales, queda mucho camino por recorrer. Padres, docentes y profesionales sanitarios tenemos un papel fundamental en este proceso. Solo con su implicación lograremos que los niños con TEA crezcan en entornos inclusivos y desarrollen plenamente sus capacidades.


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