Sí. Aunque los factores ambientales no son la causa directa de la tartamudez, sí pueden influir en su aparición, evolución o cronificación. La disfemia tiene una base multifactorial, en la que intervienen factores genéticos, neurológicos, emocionales y del entorno.
Un ambiente familiar exigente, acelerado o con altas expectativas puede actuar como un elemento estresor que agrava la disfluencia en un niño predispuesto. Del mismo modo, las correcciones constantes, las interrupciones frecuentes, la presión para hablar bien o rápido y la atención excesiva sobre los errores del habla pueden reforzar la ansiedad comunicativa y dificultar la fluidez.
En cambio, un entorno relajado, con un ritmo de comunicación pausado, con interlocutores pacientes que no interrumpen ni presionan al niño para hablar, puede contribuir a que la disfluencia remita de forma natural, sobre todo si se trata de una tartamudez evolutiva.
Por ello, ante los primeros signos de disfluencia, es fundamental observar y ajustar los factores comunicativos y emocionales del entorno, y consultar con un logopeda si las dificultades persisten o se intensifican.
Tal vez te interese leer: