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Las familias preguntan: TDAH y pantallas (II)

Durante los talleres de formación de familias fomentamos la intervención de los papás y mamás porque estamos convencidos de que las preguntas que plantean y sus experiencias de primera mano son de gran utilidad para el resto de los participantes. En las líneas siguientes recogemos algunas de las preguntas formuladas durante el taller «TDAH y uso de pantallas».

[1] El psiquiatra cree conveniente medicar a mi hijo pero, como tiene 6 años, nos recomienda probar una temporada con productos naturales. ¿Sirven de algo?
[2] Mi hijo con TDAH es un lector empedernido, pero ahora se ha pasado al e-book y a los audiolibros. No sé si esto es bueno.
[3] ¿Qué pasa cuando el niño no quiere aceptar que tiene TDAH?
[4] Mi hijo deja las pantallas en cuanto le digo que vamos al parque, porque le encanta el deporte. El problema es que el deporte no le sienta bien por otras patologías.
[4] Soy madre de niño con TDAH y me da la impresión de que yo también lo soy. ¿Es conveniente que me diagnostique?

El psiquiatra cree conveniente medicar a mi hijo pero, como tiene 6 años, nos recomienda probar una temporada con productos naturales. ¿Sirven de algo?

No. Muchos niños con TDAH toman Omega 3 y lo único que sirve es para que pasen un mal rato por su sabor.

En presencia de hiperactividad e impulsividad muy marcadas, que condicionan la vida del niño, se suele aconsejar la medicación, porque es muy frustrante tratar de controlar la conducta sin conseguirlo. Esto genera conflictos continuados dentro y fuera del seno familiar y crea precedentes: el niño desiste de comportarse de otra forma porque sabe que la cosa terminará siempre igual.

Numerosos estudios avalan la eficacia de los actuales fármacos para el tratamiento de los síntomas del TDAH. El profesional debe medicar en función de la sintomatología del niño. Hay medicaciones que encajan mejor con perfiles inatentos y otras más idóneas para el niño al que la impulsividad condiciona su vida diaria.

Por regla general, salvo en casos de niños muy disruptivos, se suele esperar a los 7 años para empezar a medicar. En algunos niños, los síntomas comienzan a suavizarse hacia los siete años y su curva de desarrollo se aproxima a la esperable. Se trata, por tanto, de una cuestión de inmadurez. No obstante, hay que valorar cada caso concreto y su gravedad. Con o sin medicación, os recomiendo que empecéis a hacer cuanto esté en vuestras manos por favorecer el bienestar emocional de vuestro hijo y de vosotros mismos a través de las oportunas terapias.

Quiero destacar aquí la importancia de la intervención temprana. El pronóstico de los niños que reciben terapia durante la infancia es mucho mejor que el de quienes son diagnosticados de adolescentes o adultos. Los padres tenemos que armarnos de paciencia para poder acompañar a nuestros hijos durante estos años tan decisivos para ellos. Con la terapia y el acompañamiento familiar adecuado, nuestros hijos con TDAH serán unos niños y adultos felices.

Mi hijo con TDAH es un lector empedernido, pero ahora se ha pasado al e-book y a los audiolibros. No sé si esto es bueno.

Que a tu hijo le guste leer es una gran suerte. Cuando reemplazamos el libro por la pantalla comenzamos a introducir nuevos estímulos que no le aportan nada. Por otra parte, la actividad que realiza cuando escucha «audiolibros» no puede considerarse lectura. El problema de fondo con los dispositivos electrónicos -aunque se utilicen para leer- es la inmediatez, el acceso a todo con un simple clic. Esto es un problema para el niño con TDAH porque estimula la conducta adictiva. Estamos alimentando un comportamiento contrario a lo que tratamos de trabajar en terapia. Mi consejo, por tanto, sería evitar la lectura en la tablet. No aporta ningún beneficio y realimenta la necesidad de inmediatez tan peligrosa para estos chavales.

Cuando diagnosticamos a niños con TDAH, se comunica y explica claramente este diagnóstico a las familias, pero no al niño. Y un niño con TDAH tiene que saber por qué le cuestan determinadas cosas. Solo si conoce sus fortalezas y debilidades podrá poner en marcha estrategias que le ayuden a compensar esas dificultades. Sabiéndolo aceptará mejor, por ejemplo, que le pidas que lea en papel y no en formato digital. La tablet se reservará para los momentos de ocio.

¿Qué pasa cuando el niño no quiere aceptar que tiene TDAH?

No es necesario que pongas una etiqueta; simplemente háblale de sus fortalezas y debilidades. De cualquier forma, se me hace raro que un niño no quiera conocerse. Lo que puede estar pasando es que no quiere hacer las cosas que se le plantean para que los síntomas mejoren. Quizás ese rechazo se deba a un mal vínculo con el profesional que lo trató en el pasado o a una falta de motivación durante la terapia.

En cualquier intervención terapéutica con niños o adolescentes es importante, siempre que sea posible, centrarse en sus intereses, porque la motivación es una excelente herramienta. También es imprescindible hacer una labor de anticipación con los padres ya que nos vamos a adentrar en un terreno complicado para el niño (¿Cómo afrontaremos esta tarea en casa?). Si el niño asume la terapia como una experiencia tediosa que no le beneficia en nada, no querrá que le hablemos de ello. Es posible que sea esto lo que le ocurre a tu hijo.

Mi hijo deja las pantallas en cuanto le digo que vamos al parque, porque le encanta el deporte. El problema es que no le sienta bien por otras patologías.

No tienes por qué centrarte exclusivamente en el deporte, si es perjudicial para él. Puedes plantear otro tipo de actividades. Tienes la gran suerte de que tu hijo también disfruta de esos momentos de ocio alejado de la tablet.

La necesidad de recurrir a dispositivos surge cada vez que sentimos sensación de aburrimiento o nos encontramos mal (seamos niños o adultos). Tenemos que realizar un abordaje general incorporando el aburrimiento a nuestras vidas. Nuestros hijos no saben aburrirse porque los padres no lo permitimos. En cuanto se aburren ahí estamos para entretenerlos. Y si no tenemos tiempo, tiramos de móviles. Tenemos que hablar con nuestros hijos y explicarles que los momentos de aburrimiento son los de mayor desarrollo cerebral. Tienen que saber que, aunque al principio se sientan un poco inquietos, una vez superado ese primer periodo, descubrirán todo lo que pueden hacer: eso es lo que alimenta y hace madurar al cerebro.

Si observas dependencia, retira la tablet de su alcance. Promueve tareas complementarias (juegos de mesa, que vengan amigos a casa, música, manualidades, construcciones…), mejor si tienen alto potencial estimulante. Recordad todo lo que hacíamos en nuestra infancia con una caja y un palo. Nuestros niños tienen montones de juguetes que aportan muy poco desde el punto de vista creativo y de la imaginación. Vamos a ofrecerles juegos con mayor potencial creativo.

Y dejemos que se aburran. Si lo impedimos, no sabremos (ni tampoco ellos) todo lo que son capaces de hacer.

Soy madre de niño con TDAH y me da la impresión de que yo también lo soy. ¿Es conveniente que me diagnostique?

Esto es algo habitual: muchos padres se autodiagnostican cuando conocen el diagnóstico de su hijo o hija.

Creo que es importante que confirmes ese diagnóstico, en primer lugar por ti misma, para resolver los conflictos a los que probablemente te enfrentes en tu vida cotidiana. Piensa, además, que una parte muy importante de la intervención se enfoca en la familia. El niño con TDAH tiene un cerebro inmaduro en su zona prefrontal. ¿Cómo compensamos esa inmadurez? Entrenando a los padres para que puedan facilitarle los aprendizajes que esa inmadurez entorpece. Esto implica que los adultos que trabajan con el niño tienen que contar con un buen control del impulso o de la gestión de emociones, por ejemplo. En ocasiones, el adulto que interviene con el niño también tiene un diagnóstico de TDAH y ha de hacer frente a sus propias dificultades. Puede darse el caso de que estemos trabajando con el niño la perseverancia, cuando su padre o su madre no consiguen ser perseverantes a causa de su propio trastorno.

Es importante que dispongas de un diagnóstico para poder trabajar estos síntomas y para que, si la crianza es compartida, podáis distribuir los roles entre ambos miembros de la pareja en función de lo que mejor se os dé a cada uno.

También es importante explicárselo a tu hijo, porque para él será un alivio. Tener TDAH es formar parte de una minoría y puede hacer que el niño no se identifique con sus iguales. Que pueda hacerlo con su madre sabiendo que esta comprende perfectamente por lo que está pasando es una gran suerte.

Iciar Casado (Psicóloga)


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