Por lo general, se considera que el niño empieza a hablar hacia los 12 meses, aunque cada uno sigue su propio ritmo madurativo.
Durante los primeros 15 meses de vida, el niño experimenta una importante evolución vocal y perceptiva: pasa del balbuceo indiferenciado a la emisión de fonemas reconocibles. Hacia los 6 u 8 meses, comienza a controlar tanto la fonación como la prosodia.
La opinión general es que, salvo excepciones, un niño que se desarrolla en un entorno socializador habla correctamente hacia los tres años y completa su desarrollo fonológico alrededor de los cuatro años. En esta etapa, ya es capaz de expresarse con frases estructuradas, relatar pequeñas experiencias y mantener una conversación básica.
No obstante, si se observan desviaciones significativas respecto a estos hitos, es aconsejable consultar con un especialista para descartar posibles dificultades del lenguaje.