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¿Retraso o trastorno del lenguaje?

La psicóloga Icíar Casado iniciaba su reciente taller sobre el trastorno específico del lenguaje pidiendo a las familias participantes que explicasen brevemente cuáles eran las dificultades que observaban en sus hijos. La diversidad de las respuestas aportadas (bloqueos esporádicos asociados al estado de ánimo y el cansancio; mutismo selectivo; dificultades fonéticas y morfo-sintácticas que se reflejan en la lectura; retraso del lenguaje diagnosticado; falta de fluidez en el habla; problemas de conducta…) nos proporciona una idea clara de las muchas facetas del niño que pueden verse afectadas por las dificultades del lenguaje y la heterogeneidad de sus manifestaciones.

Por ello, cuando un niño de corta edad llega a consulta hemos de diferenciar, en primera instancia, si se trata de un retraso del lenguaje o de un trastorno del lenguaje.

Dos diferencias clave

iciar

Retraso del lenguaje

Cuando hablamos de retraso del lenguaje hacemos referencia a niños que se inician en el lenguaje de forma tardía pero que –sobre todo si reciben estimulación– mejoran rápidamente. Visto retrospectivamente el desarrollo lingüístico del niño, el diagnóstico de retraso del lenguaje no deja dudas: se producen avances significativos con mínima intervención.

Por tanto, la rápida evolución y la buena respuesta al tratamiento serían una característica clara del retraso del lenguaje

Por otra parte, el niño comete errores típicos que, aunque se producen a una edad cronológica más tardía, son los que cabría esperar en el desarrollo lingüístico de cualquier niño normotípico. Este es el caso, por ejemplo, del peque de tres años que comete errores esperables en un niño de dos años y medio.

Trastorno del lenguaje

El niño con trastorno del lenguaje muestra resistencia al tratamiento. Tras la intervención se observa mejoría, pero esta es mucho más lenta que en el caso anterior. Por lo general, requerirá terapia logopédica de larga duración y acompañamiento durante todo su desarrollo.

Cuando hablamos de trastorno del lenguaje hacemos referencia a un desfase importante respecto al desarrollo psico-lingüístico (normalmente superior a un año y medio) que cabría esperar a esa edad cronológica. La inmadurez lingüística se acompaña, además, de errores atípicos que no observaríamos en un niño normotípico.

En este punto me gustaría detenerme un momento para explicar la diferencia entre lo que conocemos como trastorno del lenguaje y el trastorno específico del lenguaje, por tratarse de terminologías que inducen a error a las familias.

Los niños con diagnóstico de TEA, síndrome de Down, síndrome de Williams o retraso cognitivo, por citar algunos ejemplos, muestran una afectación del lenguaje relacionada con las dificultades físicas, sensoriales, cognitivas u orgánicas que acompañan a esos trastornos.

El diagnóstico de trastorno específico del lenguaje (TEL), en cambio, debe hacerse «por descarte»: no tiene que haber alteración sensorial, no tiene que haber alteración orgánica y no tiene que haber alteración cognitiva. Nos referimos, por tanto, a niños con un CI normal, que no muestran deficiencias en su desarrollo, pero que tienen afectado el lenguaje.

¿Por qué añadimos la coletilla de «específico»?

Para indicar que el trastorno no depende de otro tipo de afectación. Un niño TEL no tiene comprometidas otras áreas de su desarrollo, aunque se verán afectadas si esos déficits lingüísticos no se tratan de forma precoz.

El niño TEL nace TEL. Hablamos, por tanto, de un trastorno del neurodesarrollo no adquirido (como sería el caso de una afasia, por ejemplo). Sabemos que hay una base genética, pero desconocemos qué genes de papá o mamá aportan esas dificultades. Sabemos, asimismo, que su prevalencia es mayor entre los niños y que ser varón es un factor de riesgo. Y sabemos que el procesamiento del lenguaje de los niños TEL está alterado: tienen grandes dificultades para conectar los conceptos con su etiqueta verbal.

Puedo ver pero no nombrar

El niño conoce y reconoce su entorno desde que nace. La experiencia de ver una silla, un juguete o a mamá, le aporta un contenido. El problema llega cuando quiere etiquetar ese contenido, es decir, traducirlo a una palabra («esto donde me siento se llama silla») porque no es capaz de asociar la cadena de sonidos que componen la palabra con un significado. Fijaos en el alcance de lo que estoy diciendo: en el ejemplo que os planteo hablamos de la dificultad de etiquetar una única palabra: «silla». Imaginemos lo que ocurrirá cuando ese niño necesite utilizar frases, elaborar un discurso, y no digamos ya cuando tenga que utilizar el complejo lenguaje referencial, las metáforas o los dobles sentidos, donde el lenguaje ya no se ciñe a la realidad.

El lenguaje es un proceso cognitivo superior cuya adquisición exige la participación de muchos otros procesos sobre los que, a su vez, influye. Cuando hablamos de lenguaje hablamos, por tanto, de numerosos procesos cognitivos. El lenguaje tiene, obviamente, una función comunicativa, pero también reguladora de otros aspectos como la atención o la conducta. Desempeña una función retroalimentadora que ayuda al adecuado desarrollo de otras funciones cognitivas.

Esta es la razón de que el niño con trastorno del lenguaje presente otras funciones cognitivas alteradas.

¿Qué déficits observamos sistemáticamente en el curso de las evaluaciones?

  • En el bucle fonológico: capacidad de retener de forma inmediata la información que recibimos a través del canal auditivo.
  • En la memoria de trabajo verbal: capacidad de manipular y procesar toda esa información que hemos retenido.
  • En los almacenes de memoria: capacidad de incorporar nuevos conceptos.
  • En las funciones ejecutivas: cómo focalizo mi memoria de trabajo para acceder a esos almacenes a largo plazo.

Hablar de TEL es hablar de heterogeneidad. Es difícil poner límites al TEL: hay tantos casos como niños. Todos comparten algunos síntomas nucleares, pero presenta diferentes peculiaridades y grados de afectación: pueden estar afectados aspectos lógicos, morfosintácticos, sintácticos, pragmáticos…

Por eso es tan importante un buena evaluación que tenga en cuenta las aportaciones del entorno familiar y escolar e incluya pruebas estandarizadas y descontextualizadas. Lenguaje y comunicación van de la mano y, como veremos más adelante, los niños TEL son grandes comunicadores, y no precisamente haciendo uso del lenguaje. Su capacidad para emplear con eficacia otros recursos comunicativos puede ocultar, al menos durante un tiempo, algunas de sus dificultades. Pero esto ya será materia de nuestro próximo post.


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Escuela de familias: abordaje de la tartamudez infantil

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