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¿Por qué el niño con TDAH tiene problemas de socialización?

A diferencia de otros trastornos del neurodesarrollo, como puede ser el trastorno del espectro autista (TEA), el TDAH no se relaciona de forma directa con la capacidad de socialización o comunicación, ya sea con iguales o adultos.

Sabemos, por ejemplo, que los niños TEA tienen dificultades para mentalizar, es decir, para entender el mundo desde la perspectiva del otro.

Esto no les ocurre a los niños con TDAH. Sin embargo, con frecuencia tienen problemas a nivel social, lo que les genera malestar emocional y frustración.

¿A qué se deben estas dificultades?

Debido fundamentalmente a tres aspectos clave que son síntomas nucleares de la presencia del trastorno:

  • La impulsividad.
  • La falta de iniciativa o fluidez.
  • El déficit en la memoria de trabajo o en otros aspectos relacionados con las funciones ejecutivas.

En función del grado de afectación de estos aspectos tendremos diferentes perfiles de niños con diferentes problemas de socialización.

Ejemplo del primer grupo es el niño con una elevada impulsividad que reacciona de forma abrupta a los estímulos externos y que está condicionado también por sus propios estímulos internos. Este niño actuará sin tener en cuenta el contexto y no será capaz de percibir toda esa información que aporta el entorno y que tan necesaria resulta para interpretar el contexto social. ¿Cuál es el resultado? Que con frecuencia se confundirá en sus reacciones y se verá abocado a tratar de solucionar como buenamente pueda esos pequeños conflictos con los que convive a todas horas. Hablamos de niños que parecen estar pidiendo continuamente perdón.

En el segundo grupo tenemos a los niños o niñas con poca iniciativa y falta de fluidez que, por regla general, suelen ser más dependientes y van a rebujo de los otros miembros del grupo, lo que los hace más vulnerables a la manipulación. Esto repercute de manera importante en la autoestima y genera frustración.

En último grupo engloba a los chavales con dificultades claramente ejecutivas: niños inatentos que desconectan del juego con frecuencia o que no son capaces de incorporar normas o cambios a su memoria operativa, lo que les ocasiona problemas de interacción.

El estigma del TDAH

Pensad además que el niño o niña con TDAH, en particular si presenta un comportamiento impulsivo, es calificado por regla general de «maleducado». Atribuimos a sus reacciones una intencionalidad que no existe. El resultado es que encadenan un castigo con otro.

Por todo lo anterior consideramos de especial relevancia:

  • La terapia en grupo en un entorno natural y ecológico en el que el niño o niña con TDAH pueda desarrollar, en función de sus características, herramientas que le permitan interactuar de forma más asertiva.
  • La psicoeducación de padres y profesores que permita a todos los que se relacionan con niños TDAH conocer el porqué de estas reacciones y modificar este falso concepto de que estamos ante niño problemático cuando solo se trata de un niño con problemas.


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