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¿Cuál es la diferencia entre lenguaje, lengua y habla?

Lenguaje, lengua y habla son términos que a menudo se confunden y utilizan indistintamente; sin embargo, cada uno de ellos hace referencia a un concepto diferente.

El lenguaje es la capacidad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través de signos. Es la facultad que nos permite compartir nuestras necesidades, deseos, pensamientos, sentimientos y visión del mundo con otras personas y entender los suyos.

El lenguaje utiliza diferentes códigos en función de los cuales, de su origen y del propósito al que se destinan se clasifican de la forma siguiente:

  • Lenguaje natural: es el que utilizamos de forma espontánea con la única finalidad de comunicarnos. Lo aprendemos desde que tenemos uso de razón y difiere dependiendo de nuestro origen cultural y geográfico. Las lenguas o idiomas son ejemplos de este tipo de lenguaje.
  • Lenguaje artificial: es diseñado para ser utilizado con una finalidad concreta —que no es la comunicación básica—. Lleva implícita una producción planificada y estudiada. Este es el caso, por ejemplo, del lenguaje de programación, el poético o el técnico.
  • Lenguaje verbal: la comunicación se realiza mediante signos linguïsticos regulados por normas preestablecidas y conocidas de antemano por las personas que intervienen en el acto comunicativo. El lenguaje verbal se divide a su vez en:

    • Lenguaje oral, es decir, hablado. Es uno de los tipos de lenguaje más antiguos. La comunicación se realiza mediante una serie de sonidos agrupados en expresiones de mayor o menor extensión.
    • Lenguaje escrito, en el que los sonidos se representan de manera gráfica, a través de grafemas, en papel o en un medio digital. Al igual que el lenguaje oral, está formado por palabras que se organizan con arreglo a una serie de normas.
    • Lenguaje icónico: utiliza símbolos combinados de una manera determinada, de tal forma que seamos capaces de interpretar la representación visual. Ejemplos de lenguaje icónico serían las señales de tráfico, los símbolos de las etiquetas de la ropa o los carteles con imágenes que distinguen el baño de mujeres del de hombres.
  • Lenguaje no verbal: las palabras no intervienen en este caso. La comunicación se realiza por medio de gestos, miradas u otros movimientos corporales de los que podemos ser o no conscientes. Diferenciamos dos tipos de lenguaje no verbal:

    • Lenguaje kinésico, en el que interviene cualquier parte del cuerpo, incluido el rostro.
    • Lenguaje facial, basado exclusivamente en las expresiones surgidas del movimiento de los músculos de la cara.
  • Lenguaje vernáculo: hace referencia al lenguaje originario del lugar en que se habla. El español es lenguaje vernáculo en España. Sin embargo, no lo es en Uruguay, Argentina o Colombia ya que ha experimentado cambios y modificaciones en el proceso de arraigo en su nueva localización, que previamente disponía de su propio lenguaje vernáculo.
  • Lenguaje egocéntrico: es propio de los niños y forma parte del proceso normal de desarrollo. Se da antes de que aprendan a socializar y consiste en hablar para uno mismo. También se observa, aunque en menor proporción, en adultos, que lo utilizan por costumbre o como consecuencia de un trastorno.
  • Lenguaje social: también es propio en los niños y varía en función de la persona a la que va dirigido. No está condicionado por el emisor sino el receptor.

bilinguismo

La lengua es el sistema de comunicación verbal —se habla y, en la mayor parte de los casos, se escribe— de una colectividad humana determinada. Se compone de un conjunto de signos normalizados que conforman un sistema lingüístico cuya finalidad es la comunicación. Hay infinidad de lenguas: español, francés, inglés, gallego, euskera, quechua, aimara, etc.

En función de que haya o no hablantes nativos, las lenguas se catalogan en dos tipos: lenguas vivas, que comprenden todas aquellas que se hablan en la actualidad; y lenguas muertas o extintas, que son las que ya no se aprenden de forma natural ni se utilizan con intención comunicativa, como el latín o el acadio.

La confusión entre los términos lenguaje y lengua es tan habitual que muchos libros de texto han sido titulados erróneamente como «Lenguaje». Lo que realmente se estudia en esos casos es la lengua, la gramática o cuestiones lingüísticas, lo que ha llevado a corregir la denominación de la asignatura y reemplazarla por el término «Lengua», o más específicamente «Lengua española», «Lengua inglesa» o la que corresponda en función del territorio.

El habla es el uso personal de la lengua y está determinada por diferentes aspectos, entre otros, sociales, regionales, culturales, educativos e incluso físicos (forma de la boca, disposición de los dientes, movimiento de la lengua…).

Pensemos en una conversación entre un francés que ha aprendido español, un niño de cuatro años y una persona a la que le faltan los incisivos: el habla de cada uno de ellos sería tan característica que podríamos diferenciarlos con los ojos cerrados sin temor a equivocarnos. Estos tres casos son particularmente llamativos, pero el habla de todos y cada uno de nosotros se caracteriza por determinadas peculiaridades que la hacen única.

Podemos resumir lo anterior diciendo que el lenguaje es la facultad que posee el ser humano de expresarse y comunicarse mediante diferentes sistemas que no se reducen a las palabras ni a la utilización oral o escrito, sino que abarca cualquier conjunto de signos que permita manifestar ideas, pensamientos, sentimientos… y entender a los demás. La lengua es uno de los instrumentos del lenguaje, en concreto del lenguaje verbal; compete a una comunidad lingüística concreta y existen multitud de ellas. Por último, el habla es el modo en que cada uno de nosotros, individualmente, recreamos las lenguas.

El hombre es un ser social y necesita comunicarse con sus congéneres a través del lenguaje –el más humano de nuestros atributos–. Por ello, cualquier alteración que afecte a nuestro lenguaje expresivo o comprensivo o a nuestro habla afectará a nuestra relación con los demás y a la percepción que los otros tienen de nosotros, pero también a la imagen que nos forjamos de nosotros mismos. Logopedas y psicólogos somos los profesionales encargados de corregir esas dificultades que, en el caso del niño en particular, puede provocar serios desajustes en todos los ámbitos de su desarrollo.


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