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Pubertad: de la niñez a la vida adulta

La pubertad es la etapa de la vida en la que se producen los cambios físicos y hormonales que transforman al niño en un adulto con capacidad reproductiva. No debemos confundirla con la adolescencia, etapa en la que el niño experimenta complejos cambios psicológicos, cognitivos, sociales y emocionales que conformarán su personalidad adulta. Las dos etapas pueden coincidir en el tiempo, al menos parcialmente, lo que puede llevar al error de considerar ambos términos sinónimos: la pubertad es un concepto puramente fisiológico, mientras que la adolescencia es un constructo socio-cultural.

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Las hormonas sexuales son las responsables de la transformación que experimenta el niño, lo que coincide, generalmente, con el inicio de la adolescencia. Aunque la edad de inicio de la pubertad también depende de factores genéticos y ambientales (alimentación, área geográfica de residencia, etc.), suele producirse en torno a los 8 años en las niñas y entre los 9 y 10 años en los niños. Los cambios hormonales comienzan a nivel cerebral, continúan después en los ovarios y testículos y, tan pronto la producción de estrógenos o testosterona alcanza el nivel requerido, el desarrollo corporal y la aceleración del crecimiento son características comunes a ambos sexos: de ahí la ilustrativa expresión de que nuestro hijo o hija «ha dado el estirón». Se estima que, en los 4 años que puede a durar la pubertad, el niño o niña alcanzará el 25 % de la altura y el 40 % de su volumen definitivo. Estos son los cambios visibles, pero también los cambios internos son significativos: el corazón, el riñón, el hígado y otros órganos vitales duplicarán su tamaño.

Durante la pubertad se desarrollan los caracteres sexuales secundarios, es decir, aquellas características que, aunque no intervienen directamente en la reproducción, diferencian fenotípicamente al niño de la niña. Ejemplo de ello es el aumento del vello, la musculatura o el cambio de la voz en los varones, o el desarrollo de las mamas y el ensanchamiento de las caderas en las hembras. Las hormonas sexuales que intervienen en estos procesos activan glándulas corporales que hasta entonces permanecían latentes. Esto se traduce en algunas consecuencias poco agradables para los adolescentes tales como una mayor acumulación de grasa (con la aparición del temido acné) o el aumento de la sudoración y del olor corporal.

¿Qué cambios se producen durante la pubertad?

En las niñas:

  • Telarquia o desarrollo de las mamas. Es la primera señal de la pubertad en la niña. Inicialmente aumenta el tamaño del pezón (denominado botón mamario) y después el de la zona que lo rodea. Cuando esto sucede, el pecho se vuelve más sensible y la niña puede sentir molestias o dolor. Los cambios no se producen simultáneamente en ambas mamas.
  • Aparición de vello axilar y púbico. Fino y escaso al principio, irá engrosándose y oscureciéndose paulatinamente. En la zona púbica adoptará la característica disposición triangular. También se desarrollará el vello de brazos y piernas.
  • Cambios en la forma y las dimensiones corporales. El aumento de las mamas se acompaña de otros cambios físicos: se ensanchan las caderas y se redondea el abdomen. Influenciadas por las modas y estándares sociales, algunas niñas pueden creer que han engordado, lo que puede derivar en trastornos de alimentación. Debemos asegurarnos de que nuestros hijos entienden que esta es una fase normal y necesaria del desarrollo: su cuerpo cambia, no engorda. Una dieta saludable y algo de ejercicio es cuanto necesitan para mantenerse en forma.
  • Menarquía o primera menstruación. Entre 18 meses y 3 años después de la aparición de los primeros síntomas de la pubertad, la niña tiene su primera regla. Es posible que comience a manchar unos meses antes debido al aumento del flujo vaginal. Los primeros ciclos menstruales suelen ser irregulares, pero irán regulándose a medida que maduren los órganos sexuales.
En los niños:

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  • Incremento del tamaño de los testículos. La piel del escroto (bolsa que contiene los testículos) se oscurece, se vuelve rugosa y se hace más grande; es el signo de que la pubertad ha comenzado. El tamaño y la altura pueden diferir entre ambos testículos.
  • Crecimiento del pene. El volumen del pene –al igual que ocurre con el resto del cuerpo– varía de una persona a otra y, en determinadas situaciones –si hace frío, por ejemplo–, puede parecer más pequeño. A algunos chicos les preocupa esta circunstancia, en particular, cuando se comparan con sus compañeros. Hemos de tranquilizarlos y hacerles ver que cada persona es diferente o que, simplemente, están en un momento distinto de desarrollo. Debido al aumento, el prepucio (piel que reviste el glande) se separa del glande y se desprenden algunas células de la epidermis. Al ser reemplazadas por nuevas células puede aparecer una sustancia blanquecina (esmegma) bajo el repliegue del prepucio. Es perfectamente normal y no debe preocuparnos, pero es importante que el adolescente aprenda a lavar la zona a conciencia.
  • Cambios en la forma y dimensiones corporales. Al igual que sucede con las niñas, también los varones experimentan una aceleración del ritmo de crecimiento durante la pubertad. Pero a diferencia de aquellas, el estirón se produce una vez que han madurado los órganos sexuales. Por regla general, este desarrollo corporal no es armonioso –los primeros afectados son los pies, los brazos y las piernas, y después lo hará el tronco– lo que hace que algunos adolescentes se sientan descoordinados y torpes en sus movimientos. A diferencia de la mujer, en la que el aumento de peso durante el periodo puberal se debe principalmente a una mayor acumulación de tejido adiposo, en el varón se debe al incremento de la masa muscular.
  • Poluciones nocturnas. Ya existe producción de espermatozoides, lo que provoca eyaculaciones involuntarias durante el sueño. A medida que avance la pubertad, irán desapareciendo.
  • Cambio en la voz. La voz se vuelve más grave y profunda, aunque durante la transición puede sonar ronca.
  • Aparición del vello. También en el niño el vello es fino y escaso al principio y se engrosa y endurece progresivamente. El orden de aparición difiere entre sexos: en el varón aparece primero en el pubis, después en axilas y piernas y, por último, en la cara y el pecho.

El rango de edad de inicio de la pubertad es amplio en ambos sexos, por lo que veremos –en particular en el último curso de primaria y principios de secundaria– jóvenes de la misma edad en diferentes estadios madurativos. Esto es normal y no debe ser motivo de preocupación. Aun así, no debemos olvidar que la pubertad se solapa en parte con la adolescencia, un periodo de inestabilidad emocional y de búsqueda de la aceptación social, por lo que no es raro que nuestros hijos se comparen con los demás y se preocupen por su aspecto físico. Crear el clima de confianza necesario para que no duden en consultarnos sus inquietudes, les ayudará a afrontar una etapa en la que, como en toda fase de cambios drásticos, se experimentan con frecuencia sentimientos de vergüenza e inseguridad. Y, ante cualquier duda por nuestra parte o la de nuestro hijo, solicitaremos consejo a nuestro pediatra, médico de cabecera o profesional sanitario a cargo del programa de salud infanto-juvenil de nuestro centro de atención primaria.

Uxue Montero


 

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