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Taller de musicoterapia

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En el curso de los talleres grupales y de las sesiones individuales de musicoterapia, nos valemos de la cualidad atemporal de la música de influir en el comportamiento y estado de ánimo de la persona para, a través de un amplio abanico de técnicas, reforzar el vínculo paciente-terapeuta y generar actitudes positivas y abiertas: el niño se siente relajado y participativo, y esa sensación de armonía y paz interior simplifica notablemente la intervención.

¿Qué reforzamos a través de los talleres de musicoterapia?

  • Aspectos cognitivos como la memoria, la concentración o la capacidad de planificación.
  • La comunicación expresiva y receptiva.
  • La interpretación del lenguaje corporal.
  • El reconocimiento de las emociones y sentimientos propios y de los demás.
  • Aspectos relacionados con el habla como la dicción o la proyección de la voz
  • La capacidad de gestionar el estrés, la ansiedad o la ira.
  • Nuestros niveles de autoestima.
  • Las habilidades sensoriomotrices.

¿Cómo se desarrolla una sesión de musicoterapia?

Las actividades y ejercicios de cada sesión se adaptan a las dificultades y necesidades de los participantes, teniendo en mente los objetivos preestablecidos por el equipo de orientación. Todas las sesiones comparten, sin embargo, una misma estructura general:

  1. «El Despertar». Guiados por el ritmo de la música, iniciamos la sesión con un ejercicio de activación muscular que nos ayuda a tomar conciencia de cada parte de nuestro cuerpo y a eliminar tensiones neuromusculares. Concluimos esta actividad con un abrazo vinculador. A continuación, cada uno de nosotros se presenta al grupo recurriendo al movimiento y a la expresión corporal, sin que medie comunicación verbal.
  2. Canción de bienvenida. Acompañados de una base de guitarra, entonamos una canción sencilla y pegadiza, con letras repetitivas y fácilmente recordables que nos ayudan a romper el hielo y contribuyen a generar un ambiente de confianza y seguridad. La eficacia de la sesión de musicoterapia depende en gran medida de que el niño se sienta acogido, aceptado y a gusto con lo que hace, por lo que el cometido fundamental del musicoterapeuta en estos primeros instantes es generar el entorno adecuado para que surjan de forma natural los vínculos interpersonales y la sensación de pertenencia al grupo. Tras el saludo colectivo, realizamos el saludo personal, en el que cada uno de los presentes asume el papel protagonista. Este es el momento en el que el terapeuta valora la predisposición de los distintos participantes y amolda las actividades a sus actitudes, intereses y dificultades.
  3. Improvisación instrumental. Los miembros del grupo se reparten los instrumentos (o los distribuye el terapeuta teniendo en cuenta sus dificultades concretas) y se familiarizan con el sonido de cada uno de ellos. Esta actividad nos permite introducir distintos ejercicios diseñados en función de objetivos preestablecidos. Si queremos potenciar la atención sostenida, la capacidad de memorización o el control de la impulsividad optaremos por actividades que exijan al niño estar pendiente de una o varias instrucciones (estar atento al momento en el que debe entrar su instrumento, por ejemplo) cuya complejidad puede ir incrementándose. Ayudados por la guitarra, la expresión corporal y la voz, la improvisación es también un medio excelente para que los sentimientos y emociones fluyan de forma natural y espontánea.
  4. Juegos, adivinanzas, ritmos y movimiento. A través de los juegos rítmicos y canciones conocidas, practicamos distintos patrones de movimiento, alternando entre diferentes ritmos, aprendemos a diferenciar distintas cadencias y a reproducir corporalmente ritmos sincronizados, realizamos actividades de ritmo gráfico… Estos ejercicios tienen por finalidad trabajar la conciencia del cuerpo, estimular el desarrollo sensoriomotriz y mejorar la capacidad comunicativa y expresiva.
  5. Cancionero. En este apartado, los niños eligen canciones de su preferencia, ya sean infantiles, pop o clásicas, que combinamos o alternamos con las actividades anteriores, en función del ejercicio seleccionado por el terapeuta. Cada uno de los participantes intercala una estrofa, en tanto que el estribillo es coreado por todos. Esta actividad se centra, principalmente, en la mejora de la respiración, la fonación y la vocalización.
  6. Relajación. Recuperamos el estado de reposo entonando la «canción de las vocales». Durante esta actividad, el cuerpo actúa como caja de reverberación y los participantes van tomando nuevamente conciencia de cada parte de su cuerpo hasta alcanzar el estado de relajación.
  7. Canción de despedida. Damos por concluida la sesión y nos despedimos de los demás con la «canción de despedida». Los niños, acompañados instrumentalmente, interpretan la canción valiéndose de la voz y de los gestos.

Con anterioridad al comienzo del taller, se mantendrá una primera reunión personal con las familias de los niños con objeto de conocer y evaluar las características y necesidades concretas de cada uno de ellos y adaptar los objetivos de trabajo. Periódicamente y en función de las necesidades de cada caso, se realizarán sesiones de seguimiento.

Duración
De octubre a junio, una sesión semanal de 45 minutos de duración.

Número de niños por grupo
Un máximo de cuatro niños (en grupos divididos por edades e intereses).

 
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