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¿Por qué mi hijo me pide que le lea el mismo cuento una y otra vez?

La repetición es un mecanismo fundamental en el aprendizaje. Habrás notado que tu hijo te pide que le leas una y otra vez el mismo cuento (o repitas la misma poesía o la misma canción), que memoriza perfectamente muchas de las frases que oye, que las repite imitando tu entonación y gestos, y que incluso te corrige si tratas de modificar alguna parte del cuento. El niño necesita de rutinas. Saber lo que va ocurrir en cada momento le aporta seguridad y le permite superar sus miedos. Y esto es aplicable a todas las facetas de su vida. Cada vez que escucha “su” cuento, lo imagina, recrea, interpreta, profundiza en los detalles y se identifica con los personajes. Lo conoce perfectamente y se atreve a contarlo. Al oírlo una y otra vez, tu hijo refuerza el aprendizaje de imágenes, sonidos, gestos, vocabulario y pronunciación, lo que beneficia al desarrollo del lenguaje receptivo y expresivo -y todas las funciones cognitivas que ello entraña- , estimula su capacidad de atención y memorización, potencia su creatividad, despierta su curiosidad, le transmite valores y normas y le prepara para el complejo proceso de la lecto-escritura.

Obviamente el cuento elegido ha de adaptarse a la edad y preferencias de cada niño pero, durante los primeros años de tu hijo, te recomiendo que optes por cuentos (conocidos o inventados) que narren, con un lenguaje simple y claro, historias sencillas vinculadas con situaciones de su vida cotidiana (en los que el niño puede ser incluso el protagonista), que incluyan elementos de repetición (que impiden que el niño pierda el hilo del relato), cierta dosis de imaginación, aventura y sorpresa, y que su desarrollo (introducción, nudo y desenlace) sea lineal y coherente, de forma que el niño pueda anticipar lo que ocurrirá a continuación.

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Tu función como narrador o narradora es fundamental si quieres sacar el máximo partido de esta eficaz herramienta. Ya se trate de un cuento de animales, hadas o aventuras, utiliza palabras sencillas acordes con la edad de tu hijo (aunque tampoco desaproveches la oportunidad de ir introduciendo nuevos términos que amplíen su vocabulario). Ten en cuenta que hablar de forma sencilla no significa pronunciar mal o utilizar una mala dicción ni emplear un lenguaje excesivamente infantilizado. Los recursos expresivos  (la entonación, el timbre, el ritmo, el énfasis, las pausas, las onomatopeyas, los gestos, la mímica…) son fundamentales para mantener la atención del niño, como también lo es hacer que tu hijo sea el protagonista de la historia. Ten una idea clara de lo que estás contando. A tu hijo le gusta visualizar lo que oye y te preguntará acerca de los personajes y situaciones (y puede llegar a ser muy exigente sobre los detalles). No olvides la importancia de los estribillos, rimas y canciones y de las fórmulas de apertura y cierre («Erase una vez…»). Interactúa con tu hijo: haz que participe en el cuento, deja que se exprese y dé rienda a su imaginación como forma de estimular y enriquecer el habla. Y, sobre todo, haz del cuento una actividad verdaderamente lúdica. El niño nota inmediatamente la falta de interés. Olvida durante unos minutos las innumerables obligaciones diarias y disfruta de ese momento que tantos beneficios aportará a tu hijo.

Si quieres conocer algunas pautas para sacar el máximo provecho de los cuentos que lees con tu hijo, te recomendamos la entrada siguiente de nuestro Videoblog:

 

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