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Pantallas y mitos

Leía esta mañana en la prensa que el Ministerio de Educación italiano se sumaba a países como Alemania y Francia prohibiendo al acceso de teléfonos móviles a colegios e institutos. La decisión venía motivada por el informe de una comisión parlamentaria advirtiendo de los riesgos que el consumo abusivo de estos dispositivos supone para la salud infantil. Hasta el momento, dependía de la discreción del centro y de los docentes el que los alumnos pudiesen utilizar los móviles en clase o en el recreo. Al igual que todas las medidas que afectan de alguna forma a la libertad de elección, la decisión no ha estado exenta de polémica y tiene tanto defensores como detractores.

A raíz de ese artículo y de las charlas que estamos impartiendo acerca del TDAH, he creído que esta es una buena ocasión para arrojar algo de luz sobre el uso de las pantallas y rebatir los falsos mitos que las rodean, en particular, cuando nos referimos a la población infantil, que tiene acceso a dispositivos como móviles y tablets a edades cada vez más tempranas:

MITOS ACERCA DE LAS PANTALLAS

1. Estimulan la atención sostenida, la atención alternante y la memoria.
2. Desarrollan habilidades concretas y favorecen el aprendizaje.
3. Ayudan a los niños a calmarse y a socializar.
4. Hacen que los niños sean más inteligentes y se familiaricen con el uso de la tecnología.

A continuación rebatimos cada uno de estos mitos.

1. Las pantallas estimulan la atención sostenida, la atención alternante y la memoria

Atención sostenida

La atención sostenida es un proceso interno que nace del interés y deseo del niño por conocer lo que ocurre en el mundo que le rodea. Actúa, por tanto, de «dentro-afuera», justo lo contrario de lo que ocurre cuando utiliza una pantalla: los poderosos estímulos externos (luz, sonido, movimiento, recompensa constante) captan de inmediato su atención con la misma eficacia que ya hemos visto en el pasado con las máquinas tragaperras (y en este caso no se trataba de niños, sino de adultos hechos y derechos). El niño no es dueño de su atención; carece de control sobre ella. Simplemente se deja arrastrar por el estímulo externo.

Con frecuencia oímos a padres y madres comentar que sus hijos no tienen ningún problema de concentración porque pueden pasarse horas ante la televisión, la tablet o el móvil. Conclusión esperable: no se concentran en las tareas escolares porque no quieren. Pero hablar de atención sostenida significa hablar de control sobre todo el proceso atencional, es decir, de la capacidad de poder dirigir y mantener nuestra atención sobre una tarea determinada obviando los estímulos externos que nada tienen que ver con lo que hacemos, una capacidad que el niño aprende progresivamente a medida que maduran sus funciones ejecutivas.

Atención selectiva

La atención selectiva (por lo general, afectada en los niños con TDAH) es la capacidad de seleccionar un estímulo entre muchos otros que conocemos como «distractores», utilizando un criterio de relevancia. El niño es capaz de distinguir el estímulo relevante para la tarea que ejecuta en ese momento frente a los que son irrelevantes.

¿Pero qué ocurre en realidad en la mente de un niño que juega a un videojuego repleto de estímulos simultáneos o que se suceden con rapidez? No puede activar el criterio de relevancia y, en lugar de ello, practica la atención alternante indiscriminada, es decir, presta atención a todo y todo tiene la misma importancia (o lo que es lo mismo: nada tiene especial relevancia).

Hago aquí un inciso para aclarar que no estoy hablando de «multitarea», un término incorrectamente utilizado porque sabemos desde hace tiempo que la multitarea solo es viable si las actividades pertenecen a distintos dominios. Nuestro cerebro no puede prestar atención a varios estímulos simultáneos si pertenecen al mismo dominio. No tendré problemas para hablar mientras hago un puzzle o cocino (dos tareas que recaen en diferentes dominios: lenguaje y visoespacial), pero no podré leer una novela y contestar al mismo tiempo una pregunta de mi hijo. En este caso lo que hacemos es alternar la atención rápidamente entre ambos estímulos. ¿Cual es el problema de la atención alternante indiscriminada? Un descenso de la eficacia del proceso atencional.

Memoria

Memorizar implica varios procesos. Necesitamos codificar la información, almacenarla y recuperarla llegado el momento de reutilizarla, ya sea en el corto plazo (memoria inmediata) o al cabo de un tiempo (memoria a largo plazo). Este proceso no se produce debidamente mientras el niño utiliza la pantalla. En primer lugar, no existe una buena codificación porque está pendiente de tantos estímulos que es incapaz de codificarlos de forma organizada. El proceso de memorización se ve afectado, por consiguiente, desde el principio.

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2. Las pantallas desarrollan habilidades concretas y favorecen el aprendizaje

Transferencia de habilidades

Los estudios revelan que el uso de las pantallas no se traduce en una transferencia de habilidades. Lo que el niño estimula mientras juega solo le sirve para ser un experto en ese juego. Si se trata de un juego de laberintos, dominará esos recorridos después de dedicar horas a tal actividad. Sin embargo, no transferirá ese aprendizaje a otros escenarios.

Aprendizaje significativo

El aprendizaje significativo requiere esfuerzo e interacción con iguales. Somos seres sociales y nuestro cerebro aprende a través de la relación con los otros, sobre todo, entre los cero y los seis años de edad, una etapa de la vida en la que el apego y la interacción social son las bases del aprendizaje. La información procedente de una tableta o un móvil, al sesgar tanto la calidad como el tipo de estímulos, no genera aprendizajes. En todo caso, aumentará la motivación del niño por utilizar esos dispositivos.

3. Las pantallas ayudan a los niños a calmarse y a socializar

Tranquilizan al niño

Las pantallas, en particular, tablets y móviles, que los niños se colocan muy cerca de los ojos activan la corteza cerebral. Esta es la razón por la que siempre aconsejamos a las familias evitar su uso al menos una hora antes de irse a dormir porque el cerebro interpreta la luz que emiten como un aviso de que debe despertarse. Nos encontramos con niños con problemas de insomnio, por no hablar de la intensa activación emocional que se produce cuando les retiramos la tablet.

4. Las pantallas hacen que los niños sean más inteligentes y se familiaricen con el uso de la tecnología

Niños más inteligentes

Todo aparato tecnológico busca, por encima de todo, la sencillez y el funcionamiento intuitivo. El hecho de que nuestros hijos sean unos virtuosos manejando el móvil no nos habla de su inteligencia, sino de la inteligencia de la persona que diseñó ese aparato consiguiendo que algo tan complejo resulte lo bastante sencillo como para que lo utilicen desde niños de un año hasta ancianos de edad avanzada. No pensemos que nuestros hijos son más inteligentes por dominar estos dispositivo ya que, como veremos en el próximo post, su uso dificulta el desarrollo de las funciones ejecutivas (estrechamente vinculadas con la inteligencia porque nos permiten adaptarnos a los cambios y resolver situaciones novedosas).

Icíar Casado (Psicóloga)

 

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