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Estimulación del lenguaje en casa

En estos días en los que por motivos de fuerza mayor nos vemos obligados a permanecer en casa y en los que papas y mamás se afanan por introducir nuevas rutinas en las vidas de los más pequeños (y también en las propias), nada mejor como punto de partida, que establecer un horario de actividades, acorde con la edad de cada uno de los miembros de la casa. Lo ideal es que en ese horario haya espacio para el estudio, el ejercicio, el juego, echar una mano en casa y, por supuesto, las actividades en familia.

Ante las muchas horas que los niños tienen por delante, papás y mamás han de recurrir a la imaginación para proponer a los chavales, en particular a los más pequeños, actividades que reemplacen aquellas horas que invertían en el parque, en la guardería o en clases extraescolares.

Como profesionales de la estimulación del lenguaje, queremos proponeros algunas sencillas actividades, que no solo serán motivo de entretenimiento para el niño, sino que nos ayudarán a trabajar en casa un aspecto tan importante como la estimulación del lenguaje.

Niños de 2 a 4 años
  • Juegos lingüísticos: Las rimas y poemas que tanto gustan a los niños constituyen una de las bases del aprendizaje del lenguaje. Para que esta actividad sea verdaderamente eficaz, hemos de elegir un texto que se adecue a la edad e intereses del niño. Con los más pequeños (2-3 años) podemos utilizar rimas que incorporen elementos de su vida cotidiana (comer, vestirse, jugar, dormir…) o que hablen de la naturaleza o de animales. El texto debe incluir repeticiones, frases sonoras y onomatopeyas, es decir, todo aquello que eleve el nivel de expresividad. El tono, la modulación, la intencionalidad, las variaciones del ritmo o nuestros gestos y mímica harán que el niño esté más atento a nuestras palabras y disfrute en mayor medida de la experiencia. El estímulo visual desempeña un papel muy importante a estas edades por lo que no debemos olvidar las ilustraciones.

  • Juegos de rol: los juegos de rol son una herramienta utilizada con frecuencia en el gabinete por los muchos beneficios que aportan. A través de estos juegos simbólicos, el niño interpreta y reproduce el comportamiento de personajes concretos (médico, bombero, mamá o papá) y construye, por imitación, el complejo mundo de los adultos. Al hacerlo, explora su realidad sociocultural, repite patrones de conducta, se comunica e interacciona con los demás, expresa sentimientos y emociones y experimenta los sentimientos de los otros, aprende a respetar las reglas, desarrolla habilidades sociales y se adentra en los rudimentos del pensamiento abstracto.

  • Juegos de memoria y atención: os proponemos dos juego sencillos pero eficaces para estimular la atención y ejercitar la capacidad memorística del niño:

    • «Imita mis movimientos»: situados ante un espejo, papá o mamá realizarán movimientos con los brazos y las piernas, aumentando progresivamente su complejidad. El niño tiene que imitarlos: primero ante el espejo y, después, frente a frente.
    • «A ver si lo guardas igual que yo»: colocaremos una serie de objetos sobre la mesa y los iremos guardando en una caja en un orden determinado. Después pediremos al niño que guarde esos objetos en el mismo orden.
  • Juegos para desarrollar el esquema corporal y la visión temporoespacial:

    • «Grande o pequeñito»: mezclamos objetos o juguetes de diferentes tamaños y, a continuación vamos clasificando cada uno de ellos por tamaño indicando, cada vez que tomamos uno, si es «grande» o «pequeño».
    • «Arriba y abajo»: mamá o papá sostiene una pelota y el niño otra. Cada vez que que eleven o bajen la pelota, habrá que decir «¡Está arriba» o «¡Está abajo!», respectivamente.
    • «Manos pintadas»: cubrimos la mano del niño con pintura escolar y le pedimos que la apoye sobre un papel, para que la deje señalada. Le diremos entonces: «¡Mira, ahí esta tu mano!».

La eficacia de estos juegos reside en la repetición de determinadas acciones muy sencillas, acompañadas de las palabras que identifican cada una de ellas. El niño disfruta realizándolas –más aún porque lo hace ante un adulto que aplaude sus avances–, por lo que incorporará esas palabras espontáneamente a su vocabulario.

  • Juegos simbólicos y juegos de organización:

    • Soplar pompas de jabón.
    • Soplar con una pajita en un vaso para hacer burbujas.
    • Repetir palabras inventadas por papá y mamá, por ejemplo, «Potoko».
    • «Talando árboles»: imaginamos que estamos talando un árbol e imitamos el sonido que hace el serrucho: «¡Ras, ras, ras!». Iremos modificando el juego para trabajar otros fonemas y sílabas.
    • «Contestar al teléfono»: cada vez que papá o mamá llamen por teléfono el niño tendrá que coger su teléfono de juguete y decir «¡Ring, Ring!» y, a continuación, responder «Hola».
Niños de 4 a 5 años
  • Ampliar vocabulario:

    • Conozcamos las frutas: utilizaremos las fruta que tengamos en casa. El niño debe familiarizarse con el nombre, sabor, color, tamaño y forma de cada una de ellas. Podemos cortarlas y crear platos divertidos, cubrirnos los ojos y tratar de adivinar de qué fruta se trata por el tacto o por el sabor…
    • Conozcamos las partes de la casa: En este recorrido por la casa, iremos visitando cada una de sus habitaciones. Describiremos los elementos que encontramos en cada estancia jugando a «ver quien es capaz de reconocer más cosas».
  • Estructuración y secuenciación del lenguaje: todo vale en esta actividad: cuentos, disfraces, canciones…

    • Relato breve: contaremos un cuenta muy sencillo que incorpore tres escenas. Entregaremos al niño tres dibujos que ilustren cada una de ellas: el niño debe organizarlas en el orden correcto.
  • Trabajar el ritmo:

    • Bailar en familia.
    • Hacer música con las diferentes partes del cuerpo.
    • Organizar una orquesta entre los miembros de la familia utilizando, por ejemplo, distintos utensilios de la cocina.
  • Expresión verbal:

    • Jugar a las adivinanzas: Describiremos un elemento del salón y el niño tendrá que adivinar de qué se trata. Este juego se realiza por turnos: papá y mamá describen inicialmente el objeto, y el niño lo adivina, y viceversa.

En el apartado de expresión verbal, no queremos dejar de recordamos los cinco errores que con frecuencia cometemos los padres:

Interrumpir al niño cuando habla

Permite que tu hijo se exprese a su ritmo y déjale que termine la frase. Solo así ganará seguridad a la hora de expresarse y aprenderá por sí mismo a respetar el turno de palabra.

Decirle que hable despacio cuando se atasca

Los bloqueos son habituales cuando el niño empieza a hablar y todavía no domina ese medio. Sé paciente y dale el tiempo para que termine lo que quiere decir.

Modificar el nombre de las cosas

Cada cosa tiene su nombre y es conveniente que el niño aprenda esa denominación. Decir «guau-guau» en lugar de perro puede parecernos divertido y el niño lo aprende enseguida porque repite el sonido que hace el animal, pero no ampliamos el vocabulario de nuestro hijo.

Utilizar diminutivos para todo

No conviene abusar de la utilización de diminutivos como «abuelito», «gatito» o «arbolito», porque llegado el momento será complicado corregir ese hábito.

Decirle que no lo ha dicho bien

Si le corriges constantemente, lo único que conseguirás es que tu hijo deja de utilizar las palabras con las que tiene mayor dificultad o que se lo piense dos veces antes de hablar. Siempre es preferible la corrección indirecta. Por ejemplo, si el niño exclama «¡Mira, mamá, un murciégalo», siempre puedes contestarle: «¡Es verdad, hay un murciélago allí!».


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