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La escritura y sus rutas

En el proceso de escritura, salvo que se trate de un dictado, el niño (y el adulto) parte del significado y busca el significante, es decir, la palabra que representa el concepto que desea expresar. Para ello, al igual que ocurre con la lectura, emplea dos rutas: la fonológica y la ortográfica.

Dependiendo del tipo de escritura, precisaremos un patrón de respuesta u otro. En el niño en edad escolar, la respuesta será fundamentalmente grafomotora: el niño comienza a asociar sonidos y grafías y una vez que codifica el concepto a través de la representación escrita, lo vincula con una serie de movimientos precisos y coordinados que le permitirán ejecutar las diferentes letras que componen la palabra. Una vez que es capaz de escribir palabras sueltas con soltura, podrá dedicarse a procesos más complejos como la sintaxis y la expresión escrita.

Ruta fonológica

Esta ruta es imprescindible para aprender a escribir y está estrechamente relacionada con la ortografía natural (aquella en la que un fonema se corresponde con una única grafía). El niño que comienza a desarrollar la conciencia fonológica es capaz de construir palabras aplicando las reglas de conversión grafema-fonema. La ruta fonológica le permite escribir palabras nuevas, inventadas o poco frecuentes, pero no es práctica para la escritura de palabras homónimas o con una ortografía arbitraria (v, b, rr, gue, gui…).

Para utilizar la ruta fonológica, el niño debe ser capaz de analizar los distintos fonemas que forman una palabra y convertirlos en los grafemas correspondientes. A continuación realizará el conjunto de movimientos finos necesarios para plasmar sobre el papel cada una de las grafías hasta completar la palabra.

En los niños –en particular, si presentan un trastorno de la lectura o la escritura– son frecuentes errores tales como las sustituciones, omisiones e inversiones. Una de las razones es el deficiente aprendizaje de las reglas de conversión fonema-grafema: el niño no asocia adecuadamente un sonido concreto con la imagen que lo representa. Esto puede deberse a la falta de estrategias de discriminación visual o auditiva de grafías o sonidos parecidos. La evidencia científica (y nuestra experiencia diaria coincide con ello) indica que el auténtico problema estriba en la asociación entre un estímulo fonológico y un estímulo visual, y viceversa. Dicho de otra forma: el niño no conecta de forma eficaz un determinado fonema con su representación grafémica. A esta dificultad se suma un sistema de procesamiento secuencial poco eficaz debido a un déficit en el bucle fonológico (componente esencial de la memoria de trabajo verbal), lo que le impide mantener intacta la cadena de sonidos que conforman la palabra. En estos casos, el deletreo se convierte en una tarea particularmente costosa.

Otro error frecuente –sobre todo en niños que se inician en el aprendizaje de la escritura– es la incorrecta separación de las palabras y la tendencia a unirlas. Esto puede deberse a la falta de madurez de la conciencia léxica y a la incapacidad del niño de representarse la palabra de forma global ya que todavía no tiene acceso a la ruta visual.

Para mejorar la ortografía natural proponemos los siguientes ejercicios:

  • Juegos de conciencia fonológica y conciencia léxica.
  • Tareas de discriminación visual y aditiva.
  • Tareas de memoria secuencial auditiva: recuerdo de palabras, retahílas y series.
  • Tareas de rastreo visual con consigna verbal.
  • Tareas específicas de asociación fonema-grafema con implicación multisensorial.

Ruta ortográfica

El niño utiliza la ruta ortográfica para acceder de forma directa a las palabras que tiene almacenadas en su almacén léxico. Para que se produzca este almacenamiento ortográfico es necesario haber leído previamente la palabra. El número de palabras almacenadas por un lector ágil será, por consiguiente, muy superior al de un lector menos competente.

Las reglas de conversión grafema-fonema no serán de utilidad en el caso de fonemas que tienen más de una correspondiente grafémica. En ese caso, el niño solo escribirá correctamente la palabra si ha accedido previamente a su representación visual. Sin embargo, el niño con trastorno de lectura o escritura tienen dificultades para conectar la representación fonológica (compuesta por la cadena de sonidos) de determinadas palabras con su representación grafémica, lo que le obliga a aplicar estrategias de tipo fonológico cometiendo frecuentes errores ortográficos.

La ortografía reglada –un subtipo de la ortografía arbitraria– hace referencia al conjunto de reglas ortográficas que rigen la utilización de una determinada grafía. Todo aprendiz está obligado a aprender esas reglas (m antes de p y b, utilización de ry rr o de g y gu…), por lo que proponemos lo siguiente para facilitar su adquisición:

  • Estrategias facilitadoras del recuerdo de las «reglas ortográficas»: integración de las reglas en cuentos o historietas motivadoras para el aprendiz; «personificación» de las reglas,…
  • Uso de diccionario ideovisual elaborado por el propio niño.
  • Utilización de gestos asociados a las «palabras difíciles».
  • Integración de las palabras «difíciles» en juegos de memoria y atención.
  • Búsqueda de estrategias de exposición visual de las palabras «difíciles» en el entorno del aprendiz.

Aspectos generales a tener en cuenta

Una intervención eficaz requiere de un diagnóstico diferencial. El niño con trastorno específico de la lectura o la escritura aprende el código escrito de manera diferente, por lo que el enfoque y la metodología de elección serán distintos de los que aplicaríamos en el caso de un simple retraso en la escritura.

A continuación se indican algunas pautas que debemos tener en cuenta en caso de trastorno de escritura (específico o derivado de un trastorno de lectura):

  • Se priorizará siempre el contenido sobre la forma. El niño debe adquirir el gusto por la escritura y la capacidad de expresar con fluidez sus ideas y pensamiento a través del código escrito. Evitaremos, por ello, la corrección persistente de errores ortográficos, en particular, en los primeros cursos de primaria. Por el mismo motivo, se desaconseja descontar puntos por faltas de ortografía.
  • Bajo ningún concepto se utilizará la copia de palabras mal escritas como método de aprendizaje. La repetición no solo no mejora la ortografía, sino que genera rechazo en el niño.
  • Se utilizarán sistemas multimodales que empleen los diferentes canales sensoriales para el aprendizaje de ortografía. Sabemos que el principal problema del niño con trastorno de la escritura radica en la asociación de estímulos fonológicos y estímulos visuales, por lo que evitaremos limitar el aprendizaje a esta única estrategia.

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