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Audición y lenguaje

discriminacionLa audición desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la capacidad de comunicación de la persona. A las 14 semanas de su gestación el feto percibe los sonidos desde el vientre materno y a partir de la semana 24 reconoce el sonido del habla. El sentido del oído seguirá desarrollándose progresivamente hasta que el niño sea capaz de percibir y discriminar cada uno de los sonidos de las lenguas a las que está expuesto.

La incidencia de la hipoacusia severa profunda se estima en un 0,77 por cada 1.000 recién nacidos. Todos los hospitales españoles disponen de protocolos para la detección de la hipoacusia neonatal cuya función es identificar precozmente las dificultades auditivas más severas en el recién nacido y dotar al niño de ayudas audiológicas que mejoren su capacidad de audición, aprovechando en lo posible los restos auditivos. El lenguaje oral se adquiere de forma natural por vía auditiva, por lo que este tipo de patología afecta al habla, al lenguaje, a la voz y a la capacidad articulatoria del niño. Dado que no le es posible adquirir el lenguaje oral espontáneamente, el niño que padece hipoacusia severa prelocutiva verá afectado su desarrollo lingüístico, cognitivo, emocional y social. Necesitará, por ello, una gran implicación familiar así como apoyo e intervención logopédicas para llegar a desarrollar un lenguaje funcional.

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Otro tipo de hipoacusia con una elevada incidencia entre la población infantil es la denominada «hipoacusia media aguda». La OMS estima que uno de cada ocho niños con edades comprendidas entre los cinco y los seis años muestran presencia de fluidos en el conducto auditivo. Por regla general, esta afección se resuelve sin mayores complicaciones con el oportuno tratamiento médico, pero cuando se presenta de forma repetida durante la infancia puede influir en el desarrollo del habla. El exceso de fluido depositado en el conducto auditivo externo impide la correcta transmisión de las ondas sonoras hasta el tímpano lo que, a su vez, afecta a la transmisión de las vibraciones hacia la cadena de huesecillos (estribo, yunque y martillo) y la cóclea, localizada en el oído interno. Si el flujo se concentra en el odio medio, los huesecillos no se mueven correctamente, por lo que también se altera la transmisión del sonido. El resultado es el que cabría esperar: el niño no oye bien. El sonido pierde intensidad en algunas frecuencias y no puede diferenciar claramente los sonidos del habla. Además, el feedback que recibe de su propia voz tampoco es adecuado, por lo que probablemente no sea consciente de los errores que comete al hablar. Si estos episodios de otitis media se repiten con frecuencia o se cronifican durante los primeros años de vida del niño, su habla se verá afectada en mayor o menor medida.

El desarrollo lingüístico del niño es resultado de la interacción de dos elementos: la carga genética y la influencia del entorno. En el niño con hipoacusia falla uno de estos dos factores, porque su capacidad de percibir los estímulos sonoros es limitada o inexistente. Todos nacemos preparados para aprender cualquier idioma: el que hablemos uno u otro dependerá del estímulo al que estemos expuestos durante el periodo crítico de adquisición de la lengua materna. El niño en contacto con uno o más idiomas, los desarrollará de forma natural. El niño que no recibe ese estímulo, no podrá desarrollar ninguno. Podrá comunicarse a través del contacto visual o los gestos, pero solo adquirirá los fonemas del habla si los oye con nitidez.

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De ahí la importancia de revisar periódicamente la audición en los casos de otitis de repetición. En consulta nos encontramos con niños que presentan dificultades para diferenciar sonidos parecidos aun cuando su audición es buena. Y cuando esto ocurre, es habitual que tampoco la pronunciación sea correcta. El logopeda debe iniciar su intervención realizando tareas de discriminación auditiva destinadas a mejorar tanto la percepción como la articulación de esos fonemas. En los casos de hipoacusia moderada o severa este trabajo será intenso, constante y sistemático: el niño tiene que entrenar su capacidad de diferenciar intensidades, tonalidades, la duración del sonido… En los casos de alteración del habla debida a dificultades leves en la audición, el trabajo de estimulación auditiva se centrará en todas las calidades del sonido y en la discriminación de rasgos fonológicos para su percepción e incorporación al habla espontánea. La corrección de una dificultad articulatoria exigirá enfocar la intervención en los planos perceptivos y productivo. El niño que confunde la /s/ con la /z/ tanto auditivamente como en la articulación tendrá que aprender a discriminar ambos sonidos, pero también realizar trabajo proprioceptivo y articulatorio para poder articularlos correctamente en todos los contextos.

Eva Estrada (Logopeda)


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