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Estimulación de funciones ejecutivas y lenguaje mediante los cuentos ilustrados

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En psicología y logopedia utilizamos habitualmente los libros como herramienta de trabajo para desarrollar las capacidades de los niños. Los cuentos ilustrados son, además, «pequeñas obras de arte» que estimulan el sentido artístico y la creatividad, por lo que las posibilidades que ofrecen en el ámbito pedagógico son innumerables.
En sesión empleamos los cuentos para alcanzar varios objetivos terapéuticos, entre ellos:

  • Estimulación del lenguaje oral. Haciendo lectura de imágenes con los más pequeños e incluso con los mayores. Este tipo de lectura consiste en observar las ilustraciones y comentarlas o formular hipótesis sobre lo que sucede en el cuento.
  • Comprensión del lenguaje oral. El niño se apoya en las ilustraciones del cuento para comprender la historia que le relata el adulto. Este puede leer el texto al tiempo que ambos observan las ilustraciones, u ocultarlas, a fin de estimular la imaginación del niño o valorar su capacidad comprensiva sin apoyo visual.
  • Atención. Según la edad, pero sobre todo la capacidad atencional del niño, utilizamos cuentos más o menos complejos. Con niños pequeños o con tendencia a la distracción empezamos por cuentos muy sencillos, sin hilo argumental. Inicialmente nos limitaremos a denominar los distintos elementos de la ilustración y a comentar lo que vemos. Posteriormente iremos incorporando el argumento de forma gradual en función de los avances del niño: primero muy sencillo y breve y, a medida que el niño sea capaz de mantener la atención por periodos más prolongados, más extenso y completo. Es importante no forzar el tiempo de atención del niño, sino estimular su interés para que sea él mismo quien demande dedicar más tiempo a la lectura.
  • Memoria. A los  niños les gusta repetir el mismo libro una y otra vez haciendo que los padres lleguemos a aborrecer historias y personajes. En sesión aprovechamos esta circunstancia porque, a través de la repetición, el niño trabaja la previsión de los acontecimientos, afianza el vocabulario y las estructuras sintácticas, hace nuevos descubrimientos… Es adecuado volver a releer cuentos ya vistos, pero también debemos ir introduciendo otros nuevos.
  • Pragmática y situaciones sociales. Los protagonistas de los cuentos se enfrentan a situaciones semejantes a las que se encuentran nuestros niños en la vida real. Aprovechamos las historias narradas por estos personajes fantásticos para trabajar aspectos tales como las emociones, resolución de conflictos…
  • Lectura. Y sí, tenemos que concluir esta relación haciendo referencia a la lectura. Si os habéis fijado, la hemos dejado para el final. ¿Por qué? Porque un libro ilustrado contiene mucha más información de lo que podrían sugerir unas cuantas líneas escritas. Leer no es un proceso mecánico en el que todo se reduce a unir letras: juntar una «p» con una «a» para decir «pa», por ejemplo, no basta para comprender lo leído. La lectura es un proceso complejo que requiere la intervención de todo lo que hemos enumerado anteriormente para que sea verdaderamente completa y eficaz: la información visual, el lenguaje oral y la interacción entre adulto y niño facilitarán la comprensión lectora del texto. Disfrutar leyendo un cuento afianza las capacidades cognitivas del pequeño lector y da sentido al aprendizaje de la lectoescritura. El niño que disfruta oyendo lo que le narra el adulto y participando en el desarrollo del relato desea aprender a hacerlo por sí solo porque sabe que la lectura le ofrece la posibilidad de embarcarse en viajes infinitos.

Eva Estrada (Logopeda)

 

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