El término «tecnología asistiva», acuñado en Estados Unidos, se refiere al conjunto de ayudas técnicas o tecnológicas —como utensilios, dispositivos o equipos— diseñadas para mejorar la funcionalidad y autonomía de las personas con discapacidad. En España, también se conoce como tecnología de apoyo, tecnología de ayuda o tecnología rehabilitadora. Su objetivo es facilitar la participación plena en la vida educativa, laboral, familiar y social.
Estas tecnologías abarcan desde herramientas sencillas que simplifican actividades cotidianas (como comer, vestirse o asearse), hasta sistemas complejos basados en inteligencia ambiental o ingeniería biomédica. Al suplir, complementar o potenciar habilidades, se convierten en una herramienta clave para mejorar la calidad de vida de quienes las utilizan.
En el ámbito de la comunicación, la tecnología asistiva aporta beneficios fundamentales tanto para el diagnóstico como para la intervención terapéutica, la adquisición del lenguaje y la adaptación funcional al entorno. Personas con discapacidades motoras, sensoriales o cognitivas, con necesidades comunicativas complejas, pueden expresarse eficazmente mediante sistemas aumentativos y alternativos de comunicación (SAAC).
Estos sistemas pueden ser sin ayuda (como el lenguaje de signos o la comunicación bimodal), o con ayuda, utilizando desde materiales personalizados de bajo coste (cuadernos, tableros) hasta dispositivos electrónicos avanzados (software con conversión texto-voz, ratones adaptados, teclados virtuales, pulsadores, etc.). Estos recursos aprovechan cualquier resto funcional —como el movimiento de cabeza, pies o boca— para permitir la expresión, incluso en los casos más severos de discapacidad.