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Hoy entrevistamos a una adulta con TDH

… sin salir del centro

Hoy os traemos una entrevista de lujo de la mano de dos de las terapeutas de BlaBla: Mafi (logopeda) y Alba (neuropsicóloga).

Aunque cada persona es un mundo y ninguna experiencia es igual, Alba nos contará a lo largo de esta entrevista qué supuso ser una niña con TDAH y cómo llegó a convertirse en una profesional de la neuropsicología implicada en el diagnóstico, estudio e intervención del Trastorno por Déficit de Atención. Estamos convencidas de que esta charla será de ayuda para los padres de niños y niñas con TDAH a los que preocupa la evolución futura de sus hijos.

M.: ¿Cómo descubriste que tenías TDAH? ¿Recibiste un diagnóstico?

A.: Sí, fui diagnosticada (también mi hermana gemela) con un doble diagnóstico: TDAH y trastorno de la lectura.

Mis padres veían que éramos dos niñas muy movidas, con dificultades para dormir y con tendencia a la dispersión. En la misma guardería se dieron cuenta de ello y advirtieron a la familia, aunque desconocían la existencia de ese trastorno.

M.: ¿Fue un proceso fácil o tus padres tuvieron que llevaros a varios especialistas?

A.: Mis padres notaban que algo no iba bien. Hablaron con el colegio y el equipo de orientación les aconsejó esperar hasta que cumpliésemos siete años para observar la evolución.

Entretanto, mis padres buscaron un centro especializado para ver si les podía aclarar algo.

M.: ¿Tuviste que tomar medicación? Si fue así, ¿sintieron temor tus padres ante esa idea?

A.: Empezamos a tomar medicación a partir de los siete años, tras hacernos un estudio neuropsicológico. Mis padres tenían dudas, pero se dejaron aconsejar por los especialistas.

M.: ¿Qué efectos notasteis con la medicación?

A.: Aquí te tengo que responder basándome en lo que me han contado mis padres: estábamos mucho más tranquilas y éramos capaces de prestar atención, lo que se notaba muchísimo a la hora de mantener una conversación o hacer los deberes, por ejemplo. Por mi parte, siempre he sido una niña muy activa y el deporte me ha ayudado mucho.

M.: ¿Cómo te ha afectado en tu vida escolar? ¿Estaban los profesores preparados para ayudarte?

A.: Tras el diagnóstico, el colegio comprendió la dificultad que teníamos y el equipo fue muy comprensivo. La comunicación entre el colegio y mis padres era fluida, lo que facilitó mucho las cosas. Y ha sido de gran ayuda trabajar técnicas de estudio como la organización, la planificación, el subrayado, los resúmenes…

M.: ¿Cómo te sentías en el colegio?

A.: Fue una situación muy complicada. No cumplía las expectativas de mis padres ni de mis profesores, a pesar de lo mucho que me esforzaba con los estudios. Esto me provocaba enfado y frustración. Muchas veces he pensado que lo mejor era dejar los estudios. Y tengo que agradecer a mis padres que me hayan convencido para seguir adelante.

M.: ¿Cómo fue el cambio de la vida escolar a la universitaria?

A.: Recuerdo la vida universitaria como uno de los mejores momentos de mi vida, que nada tenía que ver con la etapa escolar. He estudiado lo que quería y sentía una motivación muy grande para hacerlo.

M.: ¿Qué diferencias destacarías entre los síntomas de la niñez y los de la vida adulta?

A.: La hiperactividad ya no está presente, aunque tengo olvidos frecuentes, cierta desorganización, dificultad para mantener la atención en algunas conversaciones y tendencia a posponer.

M.: ¿Por qué decidiste estudiar neuropsicología?

A.: Decidí estudiar neuropsicología porque quería comprender qué pasaba en nuestra cabeza, cómo funcionaba el cerebro y, sobre todo, qué me pasaba a mí.

M.: ¿Crees que tener un trastorno del neurodesarrollo te ayuda a comprender mejor a tus pacientes?

A.: Sin duda alguna. Entiendo perfectamente la preocupación de los padres; cómo viven lo que les ocurre a sus hijos, pero también entiendo las vivencias de los pacientes. Muchas de las cosas que me cuentan las he vivido en primera persona y sé por lo que están pasando.

M.: ¿Dejaste la medicación? ¿Crees que hay aspectos en los que puedes mejorar?

A.: Actualmente estoy muy bien. El cambio ha sido grandísimo. Con los años he ido aprendiendo estrategias que me permiten gestionar la sintomatologia, sin necesidad de medicación. Todo el proceso psicológico me ha ayudado a entender qué es lo que me pasaba y, sobre todo, a aprender estrategias.

 

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