O el «no, si a este paso todos los niños tendrán TDAH»
En los últimos años, los profesionales observamos un sobrediagnóstico del TDAH. Como consecuencia, se ha producido una previsible infravaloración de su relevancia, hasta el punto de que muchos lo califican de «trastorno de moda».
Parte del problema radica en el hecho de que, en un entorno caracterizado por la inmediatez y la sobrecarga de estimulación, la sintomatología propia del TDAH se manifiesta de forma reactiva como respuesta a los hábitos y costumbres actuales.
Sobreestimulación y atención infantil
La atención es una función cognitiva básica con la que nacemos. No sucede lo mismo con la función ejecutiva (control, regulación, planificación…), que necesita madurar en un terreno adecuado —no sirve cualquier entorno— y requiere elementos facilitadores, como el modelo del adulto.
Una diferencia notable entre lo que podríamos llamar la era pre-internet y la era post-internet es que el nicho ecológico que antes favorecía la maduración de la función ejecutiva —y con ella, una adecuada gestión de la atención, la impulsividad y la frustración— ha sido reemplazado por un contexto de inmediatez, saturado de estímulos procedentes de innumerables canales que el cerebro ha aprendido a procesar con superficialidad y rapidez.
También los adultos encargados de acompañar al niño en su proceso de maduración se ven atrapadas en esa dañina dinámica de urgencias. Estos les impide, en muchos casos, actuar con paciencia, llevar a cabo una adecuada monitorización y ofrecer un modelo coherente.
Como resultado, la sintomatología característica del TDAH aparece en niños que, por su edad, ya no deberían mostrar esa falta de control.
¿Respuesta adaptativa o síntomas de TDAH?
Los profesionales debemos tener en cuenta que el estilo de vida actual favorece este tipo de manifestaciones: lo que antes se consideraba un trastorno puede ser hoy una respuesta adaptativa a un entorno inadecuado para el desarrollo de la función ejecutiva.
Dicho lo anterior, sigue habiendo diferencias notables: muchos niños, pese a crecer en estas circunstancias —digamos, adversas—, siguen mostrando un buen desarrollo. Es cierto que suelen contar con un contexto facilitador, donde los adultos, como agentes reguladores, ponen especial cuidado en minimizar el impacto de los factores desfavorables.
Evaluar la función ejecutiva en el contexto actual
La labor del profesional no se limita a identificar si existe o no falta de maduración de la función ejecutiva y su repercusión en los planos atencional, conductual y emocional. Es necesario un análisis mucho más complejo, donde la historia clínica y los aspectos contextuales relacionados con la familia y los adultos de referencia son factores clave.
Otorgaremos gran importancia a la severidad de los síntomas, sin precipitarnos en el diagnóstico. Tras unos meses de trabajo sobre la sintomatología, el profesional podrá valorar tanto las resistencias como los avances del niño y de su familia. Esta información será imprescindible para garantizar un diagnóstico de TDAH fidedigno.
No puedo dejar de mencionar aquí algo de lo que ya he hablado en otros posts: las etiquetas son necesarias en el contexto escolar para poder solicitar las ayudas oportunas. Sin embargo, con frecuencia terminan convirtiéndose en un mecanismo fallido que empuja a los profesionales a emitir diagnósticos precipitados con el fin de no retrasar la aplicación de las medidas disponibles en alumnos que necesitan una pronta adaptación.