Aunque los profesionales de la salud utilizamos patrones estándar de adquisición de habilidades a modo de referencia, no todos los niños presentan el mismo ritmo de desarrollo psicomotor. El hecho de que un niño muestre cierto retraso en alcanzar los hitos madurativos no tiene por qué ser indicativo de una patología, pero sí puede ser un signo de alarma que conviene observar con atención.
El recién nacido presenta lo que se denomina «visión auditiva»: gira la cabeza hacia el lugar de donde proceden los sonidos, pero no es capaz de desplazar los ojos con precisión. Su visión es borrosa, lo que solo le permite concentrarse en rostros cercanos y por breves momentos. Durante las primeras semanas, los movimientos oculares son rápidos y espasmódicos, e incluso puede parecer que los ojos se entrecruzan.
A partir del tercer mes, la visión del bebé mejora notablemente, tanto de cerca como de lejos, y ya es capaz de seguir objetos en movimiento con la mirada. En esta etapa, la interacción visual con el entorno, la observación y la imitación, son fundamentales para su desarrollo comunicativo y social. El contacto ocular se considera uno de los prerrequisitos más importantes del desarrollo del lenguaje y de la comunicación intencional.
Por ello, si observas que tu hijo, hacia el primer mes de vida, no fija la mirada ni siquiera de forma momentánea, es aconsejable consultar con un profesional sanitario que pueda derivaros al especialista adecuado para realizar una valoración completa.
mayo 21, 2015
