Fomentar la autonomía
Ofrecer a los niños la oportunidad de practicar la toma de decisiones -en situaciones acordes con su edad y madurez- es una magnífica forma de fomentar la autonomía infantil y fortalecer, desde los primeros años de vida, una cualidad imprescindible en su futuro -la de analizar las circunstancias, identificar opciones, sopesar pros y contras (evaluar consecuencias) y seleccionar la alternativa más ventajosa- en su vida adulta personal y profesional.
La mayoría de los padres y madres estarían, sin duda alguna, de acuerdo con lo anterior. Sin embargo, son muchas las situaciones de la vida cotidiana familiar en las que es fácil observar que los hechos no corroboran lo que en principio parece ser tan obvio. La razón estriba probablemente en algo que se pasa por alto: cuando permitimos elegir a nuestros hijos, hemos de asumir el riesgo de que su elección no se ajuste a lo que nosotros desearíamos.
Hace poco me contaba un buen amigo, propietario de una pastelería de toda la vida, una escena habitual en su establecimiento. Los detalles pueden variar, pero el trasfondo siempre es el mismo:
La secuencia se desarrolla así:
-
-Mamá (o papá): Cariño, elige el bollo que quieras.
-Niño (o niña), mirando con deseo todos los pasteles: Pueeees… pueeeees…
-Mamá (o papá): Vamos, cielo, que es para hoy. No tenemos todo el día.
-Niño (o niña): Pueeees… ¡un Donuts!
-Mamá (o papá): ¡Pero cómo vas a pedir un Donuts! ¡Si eso lo venden en todas partes! Venga, póngale una palmera de chocolate, que este niño no sabe lo que quiere.
La escena es simpática y también ilustrativa: sin darnos cuenta, ofrecemos a nuestros hijos una libertad que en realidad no existe. Les decimos «elige lo que quieras», pero cuando la elección no encaja con lo que nosotros consideramos adecuado, la anulamos de inmediato.
Este tipo de mensajes contradictorios confunden a los niños. Porque, si al final son papá o mamá quienes eligen, ¿en qué consiste exactamente elegir? En el ejemplo planteado, ni siquiera ha existido la intención de explicar al niño por qué puede ser más conveniente un pastel u otro.
¿Podemos evitar estas situaciones?
Sin duda. Basta con tener unas cuantas ideas claras:
- Ofrecer opciones limitadas y claras
En lugar de «elige lo que quieras», podemos decir: «puedes elegir entre una palmera de chocolate o una napolitana». Así el niño siente que decide, pero dentro de un marco definido. - Respetar la elección que hagan
Si dejamos que escojan, acompañemos su decisión sin juzgarla. De esta manera reforzamos su seguridad y mantendremos la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos - Anticipar los límites
Si no queremos que elijan ciertos productos (por ejemplo, un Donuts industrial), mejor no incluirlo dentro de las opciones desde el principio. - Convertir el error en aprendizaje
Si el niño insiste en algo que no consideramos saludable o adecuado, podemos explicar el motivo sin ridiculizar su elección: «Ese bollo no lo tenemos hoy, pero puedes elegir entre estos otros».
Conviene estar atentos a estos pequeños automatismos. La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos es importante para que nuestros hijos aprendan a decidir con confianza. A veces basta con modificar la forma en cómo formulamos la pregunta para generar oportunidades reales de aprendizaje… y no falsas expectativas, que nada enseñan.