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Enuresis nocturna infantil

La mayoría de los niños sigue necesitando pañales durante la noche después de aprender a controlar los esfínteres por el día. Aunque lo habitual es que en torno a los cinco años nuestro hijo haya alcanzado la madurez física y emocional necesaria para dejar de mojar la cama, es posible que aún se le escape el pis durante el sueño. No hay razón para preocuparse en exceso: si los escapes de orina son infrecuentes o no incomodan al pequeño, lo más probable es que remitan espontáneamente sin intervención alguna. No está de más, sin embargo, que informemos de esa circunstancia a nuestro pediatra para que lo incluya en el historial del niño y sea él quien considere la conveniencia o no de una intervención temprana. Por lo general, los padres comenzamos a preocuparnos si nuestro hijo sigue mojando la cama a partir de los 4 años. El niño, en cambio, comienza preocuparse hacia los 6 o 7 años, cuando esta situación interfiere en sus actividades diarias y, en particular, en las relaciones con sus compañeros: surgen entonces sentimientos de vergüenza, ansiedad y culpabilidad. Llegado este momento, el tratamiento es incuestionable. Una vez descartadas causas orgánicas y asesorados los padres y el niño sobre la mejor forma de proceder, por lo general, la intervención conductual simple será el abordaje de elección en primera instancia antes de considerar los fármacos y las alarmas. Suele iniciarse en torno a los siete años ya que se considera que a esta edad el niño está preparado para comprender y participar activamente en el mismo.

Entendemos por enuresis nocturna la pérdida involuntaria de orina durante la noche en niños mayores de cinco años. Afecta a en torno al 15% de los niños de esa edad y, por lo general, desaparece sin necesidad de intervención. Su prevalencia desciende a medida que el niño crece hasta situarse entre el 1 y el 2% a partir de los 15 años. La sufre el doble de niños que de niñas y la probabilidad de padecerla aumenta en presencia de antecedentes familiares.

Hablamos de enuresis primaria cuando la pérdida de orina se produce en niños que nunca han controlado el pis durante la noche; y de enuresis secundaria, si el niño ha vuelto a mojar la cama tras al menos seis meses consecutivos sin hacerlo (entre los seis meses y el año el niño suele recuperar el control de la vejiga y del esfínter urinario).

Si nuestro pequeño ha cumplido cinco años y aún moja la cama, ¡que no cunda el pánico! No debemos dejarnos llevar por los nervios, aunque estemos cansados de cambiar sábanas de madrugada o deseando olvidarnos de los pañales. Y, sobre todo, no culpemos a nuestro hijo: la enuresis nocturna no es un escape de pis como el que se produce cuando, por ejemplo, aguanta porque no quiere dejar de jugar y termina mojándose la ropa interior; es una micción de la que no es consciente y, por tanto, no puede controlar. En el origen de la enuresis pueden encontrarse factores orgánicos, fisiológicos, emocionales y psicosociales:

Causas de la enuresis nocturna
  • Dificultad para despertarse. Algunos niños presentan dificultades para despertarse ante estímulos internos o externos. Suelen tener un sueño muy profundo (sus padres los califican de «dormilones») y no reaccionan ante la sensación de la vejiga llena o las contracciones del detrusor.
  • Baja producción de la hormona antidiurética. La hormona antidiurética es la encargada de concentrar la orina durante la noche. La alteración en el ritmo de secreción de esta hormona hace que el volumen de orina sea mayor que el que puede contener la vejiga.
  • Capacidad reducida de la vejiga. En algunos casos, la vejiga del niño es demasiado pequeña y no puede contener la orina de toda la noche. Cuando esto ocurre, el niño también suele mostrar mayor frecuencia miccional durante el día.
  • Vejiga hiperactiva. Estaría relacionada con algún tipo de inmadurez funcional. Se producen contracciones en el músculo de la vejiga que el cerebro no consigue inhibir. El niño siente una necesidad urgente de hacer pis y, en ocasiones, no puede llegar al baño.
  • Genética. La enuresis tiene una clara predisposición hereditaria. Si uno de los progenitores la sufrió en la infancia, aumenta la probabilidad de que el hijo sea enurético, más aún si la padecieron los dos.
  • Retraso madurativo. A menudo se relaciona con retrasos en el lenguaje, el habla o la habilidad motora. Se ha observado una clara vinculación entre enuresis y el déficit de atención.
  • Causas orgánicas. Problemas o infecciones del tracto urinario, diabetes, estreñimiento, lombrices intestinales, apnea…
  • Factores emocionales. Una experiencia estresante (cambio de centro escolar, separación de los padres, llegada de un nuevo hermano, acoso escolar…) puede hacer que el niño vuelva a hacerse pis en la cama. La enuresis primaria no suele estar causada por problemas psicológicos: se trata de un problema físico. Sin embargo, la ansiedad y baja autoestima que provoca en el niño pueden, de persistir en el tiempo, derivar en trastornos psicológicos graves.
Consecuencias de la enuresis nocturna
  • El niño se siente frustrado por no ser capaz de controlar la micción durante la noche lo que le produce inseguridad y baja autoestima. Esto se agrava si ya tiene edad para realizar excursiones escolares en las que se pernocta fuera de casa: será el único o de los pocos que usa pañal para dormir por lo que podría ser objeto de burla.
  • Su capacidad para relacionarse es menor, debido a la vergüenza y al sentimiento de ser diferente al resto. Evitará situaciones que puedan ponerlo en evidencia, como ir a dormir a casa de un amigo o de que un amigo se quede en la suya.
  • Sufre alteraciones del sueño por el miedo a hacerse pis encima. Esto conlleva un descanso insuficiente durante la noche, que a su vez deriva en cansancio, somnolencia y falta de atención durante el día.
  • Madres y padres también nos vemos afectados por la enuresis nocturna de nuestros vástagos: a las preocupaciones sobre el sufrimiento emocional del pequeño se suman sentimientos de frustración y estrés, desconfianza sobre nuestra capacidad parental, culpabilidad, cansancio físico…
¿Cómo ayudo a mi hijo o hija?

Estos consejos pueden ayudar a que el niño aprenda a controlar el pis durante la noche, siempre que no exista una causa orgánica.

  • Debemos tener presente en todo momento que nuestro hijo no lo hace a propósito, es algo que no puede controlar y su frustración es igual o mayor que la nuestra. Nunca le culparemos, castigaremos o humillaremos (comentarios del tipo «Eres un bebé porque te haces pis encima» le hacen daño y son contraproducentes). En lugar de ello, le explicaremos que no es su culpa y elogiaremos sus pequeños progresos nocturnos.
  • Si utiliza pañal durante la noche, se lo quitaremos para que sea consciente de la incomodidad de estar mojado. Si mantenemos el pañal, es muy probable que termine acostumbrándose a hacer pis en él y prolongaremos la situación.
  • Limitaremos la ingesta de líquidos antes de acostarse, en particular de bebidas gaseosas o excitantes, para que la vejiga tarde más tiempo en llenarse.
  • Le animaremos a que haga pis justo antes de ir a dormir.
  • No le despertaremos durante la noche para hacer pis: es poco probable que coincidamos con el momento en el que el niño tiene la vejiga llena y, por tanto, no le permitirá aprender el reflejo de micción.
  • Le pediremos que nos ayude a cambiar las sábanas y su ropa cuando se haga pis. No como castigo —tenemos que asegurarnos de que lo entiende— sino como forma de hacerle partícipe del proceso.
  • Le explicaremos el funcionamiento urinario, incluso con algunos dibujos que muestren el recorrido de los líquidos desde la boca hasta el esfínter, quitándole gravedad a lo que le ocurre para aliviar su sentimiento de culpabilidad.
  • Evitaremos un aprendizaje del control de los esfínteres excesivamente precoz o rígido.

Hemos de mantener informado a nuestro pediatra de los progresos del niño o de la ausencia de ellos. Si estas pautas no dan resultado, considerará la conveniencia de aplicar otros métodos (dispositivos de aviso, ejercicios de retención, tratamiento farmacológico…).

Uxue Montero

 

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