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El niño y los dientes de leche

A partir de la quinta semana de gestación comienzan a formarse los dientes en el feto, aunque no serán visibles hasta que nuestro hijo tenga entre 6 y 12 meses, momento en el que se produce la emergencia dentaria, es decir, el diente rompe la encía y aflora. Estos primeros dientes reciben la denominación de dientes temporales, porque el niño los irá perdiendo durante la niñez (y su lugar será ocupado por los dientes permanentes), o dientes de leche, porque aparecen cuando los bebés aún se alimentan, por regla general, de leche materna, y son más blancos que los definitivos.

Los incisivos centrales inferiores son los primeros en aparecer, seguidos por los incisivos centrales superiores. Después llegan los incisivos laterales, los primeros molares, los caninos y los segundos molares: en total, 20 dientes que estarán completos antes de que el niño cumpla los tres años. Las edades y la secuencia de aparición citadas son las habituales, pero el proceso de dentición puede anticiparse o retrasarse en el niño sin que ello suponga problema alguno.

¿Causa molestias la dentición?

Aunque algunos bebés no sufren molestias y los padres nos llevamos la grata sorpresa de descubrir de un día para otro el primer diente de nuestro hijo, lo habitual es que la encía se inflame y enrojezca –e incluso que aparezca algún pequeño hematoma sin importancia—. El niño se muestra irritado y llorón, babea más de lo normal y muerde con fuerza todo lo que cae entre sus manos.

Aunque existe la creencia de que la dentición puede ir acompañada de fiebre u otros síntomas como diarreas, aconsejamos acudir al pediatra si el niño muestra esta sintomatología, porque es posible que se trate de una patología ajena a la aparición de los dientes.

¿Qué podemos hacer para calmar los síntomas?

Lo primero que hemos de hacer es conservar la calma y entender el proceso como lo que realmente es: una etapa natural del desarrollo del niño, no una enfermedad. Si estamos seguros de que las molestias de nuestro hijo se deben a la dentición, no hay por qué acudir al médico. Si está irritado o si las molestias afectan a su descanso o sueño nocturno, podemos aplicar algunos remedios que harán que el proceso sea menos incómodo:

  • Administrarle paracetamol o ibuprofeno si se siente muy molesto. La medicación –cuya dosificación se ajustará al peso del niño– se tomará bebida y no se extenderá sobre la encía. Los medicamentos son eficaces, pero debemos limitar su uso a lo imprescindible.

  • Ofrecerle mordedores. El niño muerde objetos porque la presión sobre la encía le calma el dolor. El frío tiene un elevado efecto calmante: podemos enfriar el mordedor (y el chupete, si el niño lo utiliza) en la nevera para que la sensación de alivio sea mayor. Mientras dure la erupción dental, nuestro hijo se llevará a la boca todo lo que tenga a mano (más de lo normal); hemos de extremar la atención y no permitir que manipule objetos de pequeño tamaño o que puedan desmontarse para evitar el riesgo de asfixia por atragantamiento.
  • Los geles aplicables en las encías están contraindicados: contienen una sustancia —benzocaína— capaz de producir metahemoglobinemia, patología que afecta a la sangre. Además, los ensayos realizados no demuestran la eficacia de estos productos y todo parece indicar que es la presión efectuada sobre la encía lo que calma al niño.
  • El empleo de collares de ámbar se desaconseja totalmente. No tienen ningún efecto en la salida de los dientes y suponen un riesgo elevado de estrangulamiento.

¿Necesitan cuidado los dientes temporales?

A menudo no prestamos a los dientes de leche la atención que merecen, alegando que «total, se van a caer». Sin embargo, los dientes temporales tiene un esmalte muy fino, por lo que pueden producirse pequeñas fisuras que sirven de puerta de entrada a los microorganismos causantes de la caries. Por otra parte, una buena salud bucodental desempeñará una papel fundamental en el futuro desarrollo del niño, y la mejor forma de convertir la limpieza de los dientes en un hábito es empezar a cuidarlos cuanto antes. ¿Pero cómo lo hacemos?

  • Hasta la edad de un año, podemos utilizar una gasa humedecida en agua. Basta con enrollarla en el dedo índice y retirar los restos de alimentos realizando suaves movimientos circulares en encías, paladar y lengua.
  • Alrededor del año podemos empezar a cepillar los dientes del niño, utilizando un cepillo infantil de cerdas suaves. Es suficiente con humedecer el cepillo en agua. Si utilizamos pasta dentífrica antes de los seis años, la cantidad debe ser mínima y con bajo contenido en flúor, ya que este elemento impide la correcta maduración de las células que forman el esmalte, ocasionando daños en el mismo.

¿Es perjudicial para los dientes el uso de chupete?

La succión del dedo o del chupete no se considera perjudicial para los dientes siempre que se abandone antes de los dos años. El uso prolongado del chupete (o la succión del dedo) puede repercutir tanto en la disposición de los dientes como en la forma del paladar. Estas deformaciones dentarias y palatales no solo dificultan la ingesta de los alimentos y hacen que el niño no mastique bien, lo que se traduce en digestiones más pesadas; también pueden repercutir negativamente en su capacidad de pronunciar correctamente las palabras. No olvidemos, además, que el chupete es fuente de infecciones. Los dientes de leche son el punto de partida de una adecuada salud bucodental por lo que, si no queremos que nuestro hijo tenga que visitar el dentista con más frecuencia de la que sería deseable, hemos de empezar por cuidar estos primeros dientes.

En resumen: la dentición es un proceso natural que puede ir acompañado de dolor y molestias. La mejor opción, para aliviarlas, es ofrecer a nuestro hijo mordedores adaptados –mejor aún fríos– con los que pueda ejercer presión sobre las encías. Solo si está demasiado molesto o no puede dormir, recurriremos al paracetamol o al ibuprofeno. Una buena higiene bucodental desde la aparición del primer diente y la retirada del chupete (o de la succión del dedo) son la garantía de que nuestro hijo no padecerá caries prematuras o problemas ortodónticos como la mordida abierta.


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