Inicio   Psicología   Canal profesionales: TDAH en el adolescente. Cuando la emoción afecta a la cognición

Canal profesionales: TDAH en el adolescente. Cuando la emoción afecta a la cognición

Una sintomatología cambiante

El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo cuya sintomatología va modificándose a lo largo de la vida de la persona. La adolescencia, caracterizada por cambios significativos en todos los ámbitos -físico, psicosocial, emocional- representa desafíos particulares para los adolescentes con TDAH, quienes tendrán mayores dificultades para lidiar con estos cambios, debido principalmente a una clara disfunción ejecutiva. Como hemos explicado en vídeos anteriores, las funciones ejecutivas son fundamentales para abordar situaciones complicadas o novedosas.

Pero no solo la persona experimenta cambios físicos durante la adolescencia; también se transforma su entorno. Todos aquellos que lo conformamos -padres, amigos, profesores- demandamos un mayor control ejecutivo. A esto se suma la dimensión emocional del adolescente con TDAH, derivada de un historial de fracasos continuados, especialmente en el ámbito académico, lo que debilita considerablemente su autoestima en este contexto.

Otra consideración relevante es que la sintomatología en esta etapa difiere notablemente de la observada durante la infancia. En la educación primaria, los niños –en mayor medida que las niñas– manifiestan elevados niveles de hiperactividad con una marcada falta de control motor. Esta hiperactividad tiende a disminuir en la adolescencia y es reemplazada por las respuestas impulsivas, con un incremento de las conductas de riesgo. Aunque persiste cierta inquietud motora, esta se expresa de forma más controlada (mediante movimientos de piernas, golpecitos en la mesa con el bolígrafo o petición frecuente de ir al baño).

El bienestar emocional como punto de partida

Por regla general, los adolescentes con TDAH se adentran en esta etapa de la vida con una pesada carga de malestar emocional. Y sabemos que las emociones condicionan la cognición. Los signos de malestar del adolescente no se corresponden con los esperables en un adulto; en lugar de ello, canalizan su tristeza a través del enojo, la ira o la irritabilidad.

Observamos asimismo un descalabro importante en la función ejecutiva. Cierto, el TDAH cursa con déficit de atención e impulsividad, pero cuando hay una afectación emocional, los síntomas se intensifican claramente y mantener la atención y los impulsos bajo control es una tarea incluso más ardua.

Por último, no debemos pasar por alto que los niveles de esfuerzo realizados por los adolescentes con TDAH no suelen correlacionarse con los resultados obtenidos. Este historial continuado de fracasos los hace más propensos a experimentar trastornos del estado de ánimo.

Hasta los 10 o 12 años, los niños construyen su autoestima a partir de los mensajes externos que reciben de adultos y compañeros. Coincidiendo con el inicio de la adolescencia, la persona pone en marcha un proceso de internalización en el que evalúa con gran sentido crítico las percepciones de sí misma. A partir de aquí construirá su autoconcepto. ¿Qué podemos esperar de ese proceso de auto-reflexión con tal historial de fracasos y un sinfín de mensajes negativos recibidos a lo largo del desarrollo?

Tengamos en cuenta todo lo anterior y abordemos desde el primer momento la situación emocional de nuestros adolescentes, en casa y en la escuela. Por mucho que nos centremos en tratar de mejorar su rendimiento académico, poco lograremos si no atendemos primero a ese malestar emocional.

 

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