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Beneficios del «elogio-recompensa» frente al castigo

Numerosos estudios destacan las ventajas de la recompensa frente al castigo como herramienta para la modificación o refuerzo de la conducta.

La recompensa es el método más eficaz si queremos estimular ciertos comportamientos en nuestros hijos. Si a la conducta del niño le sigue algo que le interesa o agrada, es mucho más probable que vuelva a repetirla, de la misma forma que la abandonará si no le sirve para llamar nuestra atención o conseguir lo que busca.Mama enfadada

Las recompensas pueden ser inmateriales (un abrazo o un halago, por ejemplo) o materiales (un juguete, un postre delicioso o una «peli” que está deseando ver) y, en cualquier caso, su eficacia está supedita a su inmediatez, al hecho de que tenga lugar después de la conducta y nunca antes y de que no se convierta en algo sistemático.

No olvidemos, además, que el castigo solo funciona en presencia del castigador, provoca agresión en el castigado y puede ocasionar en éste reacciones de inseguridad. Por tanto, restringiremos el castigo a condiciones «extremas», es decir, cuando la gravedad del comportamiento del niño lo exija, y no debemos olvidar que el castigo ha de ser siempre oportuno, limitado y adecuado a la gravedad de la conducta que lo ocasiona.

Antes de recurrir al castigo –que no crea hábitos y no solo produce ansiedad en el niño, sino también en los padres- podemos poner en práctica algunas técnicas que, si bien requieren constancia y una buena dosis de paciencia, han demostrado su eficacia:

Retirada de la atención

Dejaremos de prestar atención al niño que se comporta de forma indebida. Si el niño es consciente de que al portarse mal recaba nuestra atención -aunque no sea más que para recibir regañinas y reproches- repetirá esa conducta. Al regañarle no hacemos más que reforzarla.

Refuerzo de conductas incompatibles con la que deseamos eliminar

Vamos a reforzar en el niño únicamente las conductas contrarias a la que deseamos erradicar. Si, por ejemplo, nuestro hijo se levanta  de la mesa sistemáticamente mientras está comiendo, recurriremos al refuerzo positivo (premio) únicamente cuando permanezca sentado en la mesa.

Aislamiento

Colocaremos al niño en un lugar en el que no exista posibilidad alguna de recompensa durante un periodo de tiempo que, por lo general, no excederá los cinco minutos.

Retirada de recompensas

Si el niño no cumple los compromisos acordados, podemos retirarle los reforzadores (la paga del domingo, por ejemplo).

Contrato

Consiste en alcanzar acuerdos entre ambas partes sobre determinadas conductas que deseamos modificar y los premios que se obtendrán de conseguirlo. Está indicado en el caso de niños mayores y adolescentes.

No debemos olvidar algunas normas básicas para crear hábitos deseables en los pequeños:

  • Proponer al niño objetivos claros y bien definidos.
  • Ayudarle mediante una señal física o verbal en el momento en que realiza la conducta adecuadamente y no después de realizarla incorrectamente.
  • Utilizar una recompensa que agrade al niño y puedan controlar los padres. Podemos empezar con recompensas materiales que entregaremos al niño inmediatamente después de la conducta deseada, explicando el motivo del premio. Estas recompensas se irán sustituyendo por las alabanzas y halagos para, posteriormente, espaciarlas en el tiempo, hasta que el niño realice la conducta por la mera satisfacción de hacer las cosas bien.
  • Reforzar las conductas positivas del niño para aumentar su seguridad y autoestima, valorando sus esfuerzos.
  • Esta regla puede considerarse una ampliación de la anterior: reforzar las conductas que se aproximen a la deseada (por ejemplo, premiando al niño si mejora su letra aunque su caligrafía siga siendo deficiente).
  • Exponer de forma clara los contratos y acuerdos que establecemos con nuestro hijo, especificando la conducta que esperamos de él y la recompensa que conlleva.
  • Cumplir los contratos y acuerdos que alcanzas con tu hijo. El comportamiento inconsistente o, peor aún, arbitrario, enseñará al niño el escaso valor que tiene un compromiso.

Y dos últimas recomendaciones de fundamental importancia:

  • Predicar con el ejemplo: difícilmente conseguirás que tu hijo acostumbre a hacer sus deberes escolares sin que ello suponga una «bronca diaria» si tú eres el primero que acostumbra a buscar una disculpa para demorar aquello que no le apetece hacer…
  • Crear un clima de tranquilidad basado en el respeto y el diálogo entre los miembros de la familia.
 

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